Mirar lo que se escribía en el 2014 sobre los misiles chinos de Arabia Saudi
Vasili Kashin7 febrero 2014, 14:47
Misiles chinos para Arabia Saudí
Foto:es.wikipedia.org
La historia sobre el supuesto suministro de misiles chinos DF-21 a Arabia Saudí en 2007, publicada en Newsweek por el periodista Jeff Stein, alegando datos de información, comienza a ser reproducida por los medios internacionales que aportan detalles y ofrecen sus comentarios.
La acogen ya como un hecho consumado. No obstante, la versión de Jeff Stein tiene algunos puntos débiles.
A finales de los ochenta, China suministró a Arabia Saudí un lote de misiles balísticos de propelente líquido DF-3 de alcance medio y pasaron a formar el núcleo del Comando de Misiles Estratégicos del país árabe. En aquella ocasión fueron suministrados cien misiles, como mucho, mientras la mayor parte de publicaciones mencionaban treinta o cincuenta unidades.
Los misiles, cuya precisión deja mucho que desear, se utilizaban en el Ejército chino como vectores de potentes ojivas termonucleares. Emplazados en tres bases bien custodiadas y protegidas, estos misiles nunca llegaron a someterse a pruebas en Arabia Saudí.
La rutina de las FFAA de China evidencia que estos misiles, almacenados sin llenado de propelente, pueden ser operacionales por largo tiempo, pero necesitan un minucioso y sistemático mantenimiento técnico que corra a cargo de especialistas bien adiestrados. Las unidades de misiles deben realizar ejercicios regulares y siquiera una vez en varios años, lanzamientos prácticos para refrescar sus hábitos.
Es sabido que los tres Ejércitos de Arabia Saudí emplean a un gran número de técnicos occidentales que prestan asesoramiento en el manejo de las complicadas armas extranjeras. El país árabe no está en condiciones de formar a su propio personal capaz de manejar por cuenta propia material de guerra sofisticado como los cazas estadounidenses F-15 o los carros de combate M-1A2. Los viejos misiles balísticos no son menos complicados y mucho más peligrosos en el manejo debido al uso de propelente muy tóxico.
Por lo tanto, sería lógico suponer que los DF-3 saudíes podrían mantener su disponibilidad operacional, solo a condición de una asistencia permanente tanto por parte de técnicos destinados por la empresa productora, como de especialistas militares saudíes que hayan recibido instrucción en China.
La prolongación de la vida útil de los misiles saudíes también debe contar con la asistencia china y suponer lanzamientos prácticos en polígonos chinos.
Sin tal cooperación, el propio Comando de Misiles Estratégicos de Arabia Saudí sería tan solo una costosa simulación. Una asistencia al mantenimiento de los misiles también podría prestarla Pakistán que posee una fuerte industria militar. Pero es dudoso que los paquistaníes puedan sustituir con éxito a los productores chinos.
El suministro de los DF-3 a Arabia Saudí fue una transacción única en su género. En 1991, al ser presionada fuertemente por Washington con motivo de la exportación de sus tecnologías militares a Pakistán, China se comprometió a respetar el Arreglo de Wassenaar sobre el Control de Exportaciones de Armas Convencionales y Bienes y Tecnología de Doble Uso. Este documento prohíbe exportar misiles con alcance superior a 300 kilómetros y una carga útil superior a 500 kilogramos. El compromiso quedó refrendado en la declaración chino-estadounidense de 1994. El consentimiento de China para acatar las cláusulas del Acuerdo era interpretado como un éxito importante de la política exterior de EEUU, principal valedor de la no proliferación de misiles balísticos.
Dichos ingenios son más baratos y fáciles de fabricar que los aviones de combate modernos, la defensa contra ellos es costosa y poco eficaz. Por esta razón los misiles balísticos de alcance medio gozan de tanta aceptación en los países emergentes, incluyendo los marcadamente antioccidentales, como son Corea del Norte e Irán.
Volvamos al artículo de Jeff Stein quien escribe que, en 2007, China vendió a Arabia Saudí misiles balísticos DF-21 de emplazamiento móvil, muy peligrosos y de precisión, capaces de portar, por si fuera poco, ojivas nucleares.
Resulta que por algunas razones, China decidió revisar sus compromisos derivados del Arreglo de Wassenaar, corriendo el riesgo de ser involucrado en un fuerte escándalo internacional y de ser sometido a sanciones por parte de EEUU. Más aún, China traspasó a un Estado extranjero, amigo de EEUU, sus propios misiles que constituyen el núcleo del arsenal chino de misiles de alcance medio.
EEUU, por su parte, al enterarse de la flagrante transgresión del Arreglo de Wassenaar (una de las prioridades de la política exterior de Washington en los últimos veinte años), cometida por China, por alguna razón decidió no armar alboroto, limitándose a sostener consultas con los saudíes y hacer un examen superficial de los misiles (de diseño desconocido). El examen evidenció que los misiles DF-21 no podían portar ojivas nucleares.
Así las cosas, al resignarse con una infracción tan indignante, EEUU sentó un peligroso precedente político que da rienda suelta también a otros productores de misiles modernos. ¿Cuáles podrían haber sido los motivos de tal actitud?
En la versión de Jeff Stein, la actuación de ambos actores es absolutamente ilógica, contradiciendo sus propias declaraciones y proceder. Semejante incoherencia merece aunque sea alguna explicación, pero el periodista no hace ni una sola mención al Arreglo de Wassenaar.
En contra de las opiniones generalizadas, a lo largo de las dos últimas décadas, China viene aplicando una política sumamente sopesada y cauta en materia de exportación de armamentos. En el gigante asiático rigen unas rigurosas normas de expedición de licencias para la exportación de armas, sin las cuales es imposible cerrar transacción alguna, más o menos importante, sin la aprobación de la élite política gobernante. Estos años últimos, procurando evitar efectos políticos negativos, China prefirió abstenerse de exportar a Oriente Próximo incluso armamentos comunes y corrientes.
Como colofón, diremos que la historia parece ser más que dudosa, lo cual no le impide seguir reproduciéndose en los medios internacionales. Algo parecido ocurría también antes, cuando se difundían noticias absurdas sobre la venta de bombarderos estratégicos rusos a China o de cargas nucleares que, supuestamente, tenía Rusia, pero que desaparecieron sin dejar rastro.