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El ministro de Defensa japonés, Itsunori Onodera, al presentar un informe provisional sobre las directrices de defensa del país, señaló que Japón planea mejorar la capacidad de defensa antimisiles del país y de contraataque.
Japón posee todas las posibilidades técnicas y económicas para convertirse en la potencia militar de primer orden en los próximos años.
El gobierno japonés se prepara para levantar parcialmente la auto-impuesta prohibición a la exportación de armas que estuvo vigente durante varios decenios. Se planea, además, aprobar una enmiendas constitucionales relativas a las Fuerzas Armadas para que el país obtenga un ejército más eficiente.
La realización de estos planes supondrá grandes cambios tanto en la situación política y militar en Asia como en el comercio mundial de armas. Aunque la posibilidad de modificar la política militar de Japón se ha dado sólo ahora, las condiciones técnicas para ello han venido creándose durante muchos años.
Japón, el sexto mayor inversionista en el sector defensa, a nivel global, durante muchos años aplicó una política de “autosuficiencia” en materia de industria militar. Las necesidades de armamento de las Fuerzas Armadas nacionales están cubiertas en actualidad con las armas fabricadas en Japón, diseñadas en el mismo país o producidas bajo licencia de EEUU.
Los sistemas de armas que produce Japón, entre ellos los aviones de combate, misiles aire-aire, submarinos, tanques y otros, corresponden a los estándares más modernos a nivel mundial. Durante decenios el país asiático desarrolló su industria de defensa a costa de grandes sacrificios financieros. La renuncia a la exportación y un ejército reducido limitaban la producción de armamento a pequeñas series.
Al mismo tiempo las restricciones a las exportaciones han bloqueado el acceso a ordenes al por mayor, lo que ha implicado precios elevados para múltiples sistemas de armas. Por ejemplo, el precio del caza nipón F-2 asciende a unos 120 millones de dólares mientras la última modificación de F-16, que sirvió de base de diseño para el aparato japonés, cuesta casi dos veces menos.
El estancamiento de la economía nipona en los años 2000 hizo que los gastos militares y las compras de armamento se redujeran. Muchas empresas militares del país se enfrentaron a graves problemas económicos. Ahora hay posibilidad de cambiar la situación.
En primer lugar, los productores japoneses de armas podrán intensificar notablemente su participación en los proyectos militares de EEUU y Europa. La experiencia única que posee el país asiático en materia en industria electrónica, construcción de motores, materiales modernos, tendrá mucha demanda y las empresas niponas ocuparán un lugar destacado en la industria militar a nivel mundial.
Además, Japón podrá exportar sus sistemas de armas en el marco de la cooperación militar con los países asiáticos que se preocupan por el creciente potencial chino, como Indonesia, Tailandia o la India. Teniendo en cuenta el alto coste de producción en Japón, se puede suponer que su cooperación con otros países del mundo se traducirá, en muchos casos, en la creación de las empresas conjuntas con la localización de instalaciones en el territorio de los socios.
La expansión internacional de las empresas militares niponas combinada con el interés mostrado por el gobierno hacia el sector, crearán las condiciones para el rearme del ejército nacional.
Es probable que los primeros sistemas nipones de ataques para la “disuasión activa” de Corea del Norte y China, sean los misiles de crucero de medio alcance desarrollados a partir de las tecnologías de misiles antibuque fabricados actualmente por Japón, como SSM-1. Al mismo tiempo la experiencia del país en la realización del propio programa espacial y el alto potencial de la industria japonesa hacen posible la creación, en un futuro, de los misiles balísticos.
Japón posee todas las posibilidades técnicas y económicas para convertirse en la potencia militar de primer orden en los próximos años. Sólo el espíritu pacifista de la sociedad japonesa y la oposición de EEUU podrían impedirlo. Pero los sentimientos que rigen la sociedad nipona están cambiando, mientras Washington, en vista de reducción de su propio poder militar, se verá obligado a recurrir, para alcanzar sus fines políticos, a los fuertes aliados regionales.
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Nota: Las opiniones expresadas por el autor no necesariamente coinciden con los puntos de vista de la redacción deLa Voz de Rusia.