Reuters
La posibilidad de que los submarinos nucleares de ataque de EE.UU. se conviertan en gigantescos monumentos obsoletos de metal es un tema que tiene preocupados a los expertos en armamento estadounidenses.
Estos sumergibles, unas de las armas más sofisticadas y costosas del arsenal militar de EE.UU., podrían pasar de ser 'cazadores' a convertirse en 'presa', o simplemente en máquinas tecnológicamente atrasadas, como los gigantes acorazados de épocas anteriores.
Aunque esta perspectiva pueda sonar completamente inverosímil, si los avances en 'big data' (acumulación masiva de datos) y los nuevos métodos de detección se fusionan con los planes de desarrollo de los llamados sistemas de anti-acceso/negación de área (A2/AD) de naciones como China y Rusia, los diseñadores navales a nivel mundial se verían obligados a rediseñar sus naves prácticamente desde cero, advierte 'The National interest'.
Esta revelación fue comentada en un informe reciente del Centro para Evaluaciones Estratégicas y Presupuestarias (CSBA, por sus siglas en inglés) con sede en Washington, denominado 'La era emergente en la guerra submarina'. El CSBA ha elaborado en la última década muchos de los informes más detallados y sofisticados en cuanto a los retos de seguridad nacional más apremiantes, en ocasiones con varios años de antelación que cualquier otro analista.
El problema está planteado en la doctrina militar de EE.UU. conocida como 'Air-Sea Battle' (o 'La Batalla Aire-Mar), adoptada a fin de lograr posicionar las fuerzas militares de EE.UU. en el océano pacífico para contrarrestar, especialmente, la creciente influencia de China. El autor de dicho informe, Bryan Clark, expone el problema en términos más sencillos:
"Desde los tiempos de la Guerra Fría, los sigilosos submarinos estadounidenses se han considerado en gran medida inmunes a los sistemas de A2/AD del adversario", recuerda Clark. Sin embargo, la capacidad de los submarinos para ocultarse gracias a su bajo nivel de ruido "solo irá disminuyendo a medida que cada decibelio de reducción de ruido se vuelva más caro, y a medida que los nuevos métodos de detección evolucionen en base a distintos fenómenos y no solo por los sonidos que emanan desde el submarino", explica.
"Estas técnicas incluyen métodos de baja frecuencia de sonar activo o no-acústicos que detectan la estela del submarino o (a distancias cortas) el reflejo de un láser o un diodo emisor de luz (LED) que impacte el casco de un submarino", agrega el experto.
La física detrás de la mayoría de estas técnicas alternativas se conoce desde hace décadas, pero Clark subraya que no fueron explotadas porque "los procesadores eran demasiado lentos para ejecutar los modelos detallados necesarios y para ver los pequeños cambios en el medio ambiente causados por un submarino sigiloso". Hoy en día, el procesamiento de 'big data' permite a las fuerzas navales de las potencias armamentísticas ejecutar modelos oceanográficos sofisticados en tiempo real para explotar estas técnicas de detección. "A medida que se vuelven más frecuentes, podrían hacer que algunas áreas costeras sean demasiado peligrosas para los submarinos tripulados", concluye Clark.
Para contrarrestar el riesgo de que los actuales submarinos se vuelvan obsoletos, se plantea la idea de la formación de una flota de submarinos tripulados en la que operarían varios vehículos sumergibles no tripulados y que podrían adentrarse en territorio hostil sin que el personal corra peligro. Estas tecnologías, que de momento no se encuentran operativas, podrían convertirse en una realidad, dependiendo de las inversiones.
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