Por Luis Manuel Arce
Estados Unidos acaba de prorrogar por un año una orden ejecutiva aprobada por el presidente Barack Obama contra Venezuela por considerar a ese país un peligro para la seguridad de la nación más armada del mundo.
Venezuela no es un Estado nuclear, ni tiene bases militares con miles de soldados bien adiestrados y financiados cerca de la Casa Blanca o del Pentágono.
Puede que algunos de sus barcos faenen fuera de los límites de las aguas territoriales estadounidenses, pero van cargados de redes y no de cohetes o bombas de profundidad y entre ellos no hay portaaviones ni destructores.
El país suramericano es un peligro para Estados Unidos igual que lo es América Latina y el Caribe en su conjunto, porque sus riquezas naturales y los resultados del trabajo de su gente ya no engrosan las cuentas bancarias de empresas norteamericanas, sino que financian los planes de desarrollo socioeconómico.
Es un peligro, en especial, porque hay una revolución que desenterró de los empolvados libros de historia el pensamiento del Libertador Simón Bolívar por quien se ha convertido en el sempiterno hijo predilecto de la patria, Hugo Rafael Chávez Frías, y eso atemoriza.
Ciertamente es un peligro porque Venezuela hoy es epicentro de la ruptura de América Latina con las formas de dominación ancestrales cuando ningún presidente en la Casa Blanca se molestaba en pensar en los vecinos, pues bastaba con un procónsul en su Embajada.
También son un peligro por iguales o cercanas razones Bolivia, Ecuador, Brasil, Nicaragua y la propia Argentina incluso con el regreso del conservadurismo a la Casa Rosada, porque ese retroceso está sacando de su letargo al ciudadano rioplatense contaminado por medios de comunicación neoliberales.
Todos son un peligro para Estados Unidos porque derrotaron un modelo neoliberal, con extremos angustiantes en la Argentina del expresidente Carlos Saúl Menem, el Brasil de Fernando Henrique Cardoso, o la Venezuela de Carlos Andrés Pérez y el resucitado Henry Ramos Allup, que pretendían invertir y cerrar caminos hacia nuevas formas de desarrollo y convivencia.
Son un peligro porque la nueva América, que intentan desaparecer ahora, fue enterrando las alternativas del capitalismo salvaje sobre el cual buscaban rediseñar el poder en el mundo con guerras como las del Oriente Medio o golpes diferentes como el de Honduras contra Manuel Zelaya y el de Paraguay a Fernando Lugo.
América Latina es un peligro para la seguridad de Estados Unidos porque es la única región con gobiernos antineoliberales, con procesos de integración regional, con capacidad para revertir las fuertes tendencias a la desigualdad social y al aumento de la pobreza y la miseria en el mundo, y la única proclamada Zona de Paz.
Es un peligro, parodiando al sociólogo brasileño Emir Sader, porque América Latina ganó el derecho de definir su historia a partir de su capacidad para reaccionar frente al modelo neoliberal y a la globalización gracias al liderazgo de dirigentes como Fidel Castro, Hugo Chávez, Lula, Néstor y Cristina Kirchner, José Mujica, Evo Morales, Rafael Correa, Daniel Ortega, y otros.
Es un peligro porque aún con multimillonarias campañas como las usadas en Argentina contra Cristina, en Brasil contra Lula, en Bolivia contra Evo, en Venezuela contra Maduro, América Latina cree en su gran utopía de que un mundo mejor es posible y busca materializarla por vías como Mercosur, Unasur, Celac, y otros mecanismos que la vinculan más al destino del Sur.
Es cierto, como alertaba también Sader, que nadie puede garantizar que los gobiernos antineoliberales se van a consolidar definitivamente, pero tampoco que los intentos de restauración conservadora, como hacen en Argentina, se van a imponer.
La batalla es muy dura como se aprecia particularmente en Brasil, Bolivia y Argentina, pero una cosa es cierta: el apoyo continental a Lula y los actos de recordación en Venezuela por el tercer aniversario del fallecimiento de Chávez (5 de marzo de 2016) son señales de los nuevos tiempos.
(Tomado de PL)
http://www.radiohc.cu/especiales/comentarios/86643-la-seguridad-nacional-de-eeuu-en-peligro
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