martes, 23 de septiembre de 2014

La industria armamentística alemana amenaza con irse


Rosalía SánchezBerlínActualizado: 22/09/2014 11:27 horas
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"Si mi país no me compra y al mismo tiempo dice que no puedo exportar, no puedo aguantar mucho", ha dicho en una entrevista con el diario Süddeutsche Zeitung el presidente de la empresa Rheinmetall y de la Asociación de la industria alemana de seguridad y defensa, Armin Pappberger. Con este argumento justifica la amenaza bajo la que está pidiendo al gobierno alemán un programa de ayudas al sector. La industria armamentística alemana duda que sea viable a largo plazo mantener su infraestructura en Alemania y advierte de que, ante el incremento de los controles a las exportaciones, se plantea mudar su actividad al extranjero.

Tras la entrada en la gran coalición del gobierno de Berlín del Partido Socialdemócrata, las autoridades alemanas han restringido considerablemente el número de licencias de ventas de armas a terceros países, que no formen parte de la UE o la OTAN. El sector se ve afectado además por las sanciones de la UE a Rusia y sus efectos sobre el comercio exterior en dirección este, por lo que sus responsables tratan de presionar al gobierno para que programe un paquete sectorial de ayudas. De lo contario, avisan que cruzarán la frontera.

"Otros países como Suiza, Francia o Estados Unidos serían felices si invirtiéramos en ellos, y desde allí podríamos exportar con más facilidades", fanfarronea Pappberger, para quien la actual situación tiene solamente dos posibles desenlaces: una reducción drástica del empleo en el sector y la mudanza al extranjero.

Con cerca de 100.000 empleos directos, se trata de un sector de peso en Alemania, y del mayor fabricante de armas de Europa, tercero en el mundo después de Estados Unidos y Rusia. En cumplimiento de su programa electoral, el SPD se dispone a empujar al sector en descenso de los que considera deshonrosos puestos en ese ranking, pero el asunto ha despertado divisiones y en la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Merkel surgen voces de protesta.

Su intención de restringir los permisos para estas ventas desató una batalla con su socio político, la Alianza Cristiano Demócrata (CDU), partido al que pertenece la canciller, Angela Merkel, jefa del Gobierno. Desde sus filas se ha acusado al vicecanciller socialdemócrata Sigmar Gabriel de "atentar contra la seguridad de Alemania".

Según estadísticas oficiales, entre el 2011 y el 2013, Alemania vendió un promedio anual de 5.500 millones de euros en armamento, superando a Francia y Reino Unido, que entre el 2004 y el 2010 fueron tercero y cuarto, respectivamente. Estudios del portal especializado en estadísticas Statista identifican a Estados Unidos como el principal cliente del arsenal germano, seguido de Grecia e Israel, país que mantiene con los palestinos uno de los más intensos y sangrientos conflictos territoriales. Los israelíes acceden a las armas alemanas mediante un permiso especial del Ministerio de Economía, en virtud del lugar especial que su país ocupa para la política exterior de la administración Merkel, pues la ley impide el envío de armas a regiones en conflicto.

Al debate se han sumado con entusiasmo organizaciones como el Instituto para la Paz de Estocolmo (Sipri), que considera "lamentable" y "peligroso" que Alemania haya abandonado su política de posguerra de consolidar su economía por medios diferentes a la venta de armamento. La prensa produce titulares como 'Alemania sigue armando al mundo', publicado por el influyente Frankfurter Allgemeine Zeitung, que ha informado que el 52% de las exportaciones de armas registradas el año pasado tuvieron como destino "terceros países", no UE y no OTAN, por lo tanto no sujetos a control político ni jurídico. El ritmo anual de crecimiento de estas exportaciones había aumentado a un ritmo del 4%anual.

Entre estos compradores figuran Argelia, Catar e Indonesia, cuestionados respecto al respeto a los derechos humanos. "Lo más grave de esta situación es que, por intermedio de 'terceros países', los mercaderes de armas se las arreglan para hacerlas llegar a destinos como Siria, Irak y Egipto", denuncia Sipri. Pero políticos conservadores como el presidente de Baviera, Horst Seehofer, no conceden credibilidad a esos informes no confirmados y recuerdan que este sector es "estratégico" para la economía alemana.


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