Rusia denunció el jueves la ausencia del "más mínimo progreso" en los esfuerzos del gobierno de Ucrania en favor de una desescalada militar y pidió una investigación "urgente" sobre el posible uso de bombas incendiarias por parte de las fuerzas ucranianas.
"Estamos cada vez más preocupados al ver la falta del más mínimo progreso en los esfuerzos para contener la violencia, detener los enfrentamientos y poner fin a la operación represiva" ucraniana, declaró en Moscú el ministro de Exteriores ruso, Serguei Lavrov.
El ministro ruso aludía a la operación militar que el ejército ucraniano lleva a cabo en el este prorruso del país, escenario de una insurrección separatista.
Lavrov dijo además que Rusia ha pedido una investigación urgente sobre las informaciones de un posible empleo de bombas incendiarias por parte de las fuerzas ucranianas.
"Las informaciones sobre el empleo por las fuerzas ucranianas de bombas incendiarias y otros tipos de armas no selectivas suscitan una particular preocupación. Estas informaciones necesitan una verificación urgente", declaró el ministro.
Un alto responsable del mismo ministerio ruso acusó poco antes a las fuerzas ucranianas de recurrir a armas "prohibidas" en el este del país, después de que medios rusos afirmaran que han sido utilizadas bombas incendiarias.
"Las fuerzas ucranianas y los neonazis utilizan armas prohibidas contra los habitantes de Slaviansk, disparan contra civiles que huyen, matan a niños", escribió en Twitter Konstantin Dolgov, delegado de derechos humanos del ministerio de Exteriores ruso.
Por su lado, la agencia pública Ria Novosti, que cita a insurgentes prorrusos del este de Ucrania, afirmó que las fuerzas ucranianas habían utilizado bombas incendiarias en la localidad de Semenovka, cerca de Slaviansk, un bastión prorruso.
La Guardia Nacional ucraniana desmintió de inmediato esas acusaciones, calificadas de "absurdas" en un comunicado.
En este contexto de extrema tensión, los dos países mantienen además una dura confrontación en torno a la "guerra del gas", que podría tener repercusiones en el resto de Europa.
Otra fallida ronda de negociaciones entre los dos países, con la mediación de la Unión Europea, se celebró en Bruselas. Kiev calificó de "trampa" la oferta "final" del presidente ruso Vladimir Putin de bajar el precio del gas entregado a Ucrania en un 20%.
La "guerra del gas" entre los dos países estalló cuando se instaló en Kiev un gobierno prooccidental, tras la destitución en febrero del presidente prorruso Viktor Yanukovich. Moscú duplicó entonces el precio del gas que suministraba a Ucrania.
La mitad del gas que requiere Ucrania procede de Rusia. Cerca de un 15% del gas consumido por las demás naciones europeas transita por Ucrania, una antigua república soviética.
En el ámbito político, el nuevo presidente prooccidental de Ucrania, el multimillonario Petro Poroshenko, se declaró dispuesto a reunirse con líderes separatistas que hayan renunciado a las armas.
"El jefe de Estado no excluye una mesa redonda (...) con varios de los participantes en el conflicto que apoyen el plan de paz del presidente", indica el sitio internet de la presidencia ucraniana.
Pero los insurgentes prorrusos parecen estar lejos de abandonar las armas en la región este del país, que alberga a siete millones de rusohablantes, y que desean ser protegidos por Moscú.
Según el ministerio de Sanidad ucraniano, la violencia entre insurgentes prorrusos y las fuerzas ucranianas en el este de Ucrania ha dejado 270 muertos en dos meses.
Únicamente en la región de Donetsk, donde se registran los combates más violentos, han muerto 225 personas, incluidos dos niños y ocho mujeres. Los servicios médicos censaron también 576 heridos.
La situación en Ucrania se ha convertido en la mayor crisis en las relaciones Este-Oeste desde la Guerra Fría.
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