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Durante la jornada del domingo, el Ejército liderado por Jalifa Haftar ha conseguido capturar a Mohamed Miloud Mohamed – también conocido como Abu Omar –, uno de los líderes más importantes de Daesh. El autodenominado Ejército Nacional Libio (LNA, por sus siglas en inglés) llevó a cabo una ofensiva que tenía como objetivo al líder de la organización terrorista que fue uno de los mayores protagonistas de la toma de la ciudad libia de Sirte en el año 2015, tras la que intentaron convertir esta en el bastión más sólido de Daesh en el país.
El ataque organizado por Haftar se produjo tan sólo dos días después de la reunión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en el que se trató la crisis libia. Desde la ONU pidieron “la retirada sin más demora de todas las fuerzas y mercenarios extranjeros de Libia”. Además, hicieron hincapié en respetar el acuerdo alcanzado el pasado 23 de octubre de 2020 para el alto el fuego: “El Consejo de Seguridad hace un llamamiento a todas las partes para que apliquen plenamente el acuerdo de alto el fuego (del 23 de octubre) e insta a los Estados miembro a que respeten y apoyen la plena aplicación del acuerdo”, según el comunicado emitido por Naciones Unidas.
La propia organización afirma que a finales del año pasado aún había más de 20.000 solados y mercenarios en suelo libio. De momento no se ha dado ningún movimiento de retirada, por lo que “el Consejo de Seguridad pide el pleno cumplimiento del embargo de armas de la ONU por parte de todos los Estados miembros, de acuerdo con las resoluciones pertinentes del Consejo de Seguridad”. El embargo al que hace referencia el comunicado oficial existe desde el año 2011, pero se ha incumplido de forma sistemática desde entonces, según los expertos de la ONU que están a cargo de las investigaciones. Entre los grupos armados que todavía estarían presentes en Libia, se encuentran sirios, chadianos o sudaneses, además de mercenarios procedentes de Rusia y Turquía.
Durante el mes de junio, un grupo de expertos de Naciones Unidas solicitó a las partes del conflicto libio que “dejasen de reclutar, financiar y desplegar” a mercenarios y pidieron que sus crímenes fuesen investigados y juzgados. Sin embargo, Erik Prince, mercenario y fundador de Blackwater – cercano al expresidente de Estados Unidos, Donald Trump – violó el embargo de armas en 2019, según un informe confidencial destapado por The New York Times y el Washington Post. Ese informe, ya en manos de la ONU, dice que Prince estuvo a cargo del despliegue de una pequeña fuerza de mercenarios occidentales armados en el este de Libia, todos ellos a cargo de Jalifa Haftar en una operación que podría ascender hasta los 80 millones de dólares.
Además de esa operación, fuentes de Naciones Unidas apuntan que al menos 1.200 rusos también fueron puestos a disposición del Ejército Nacional Libio. Estos fueron contratados por compañías militares privadas rusas, como Wagner, centrando sus esfuerzos en acabar con el Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA). Unos refuerzos rusos que se unen a los mercenarios del régimen de Al Asad, la milicia yanyauid de Darfur y salafistas extremistas del Madjalismo, procedentes de Arabia Saudí.
A todas estas complicaciones hay que sumarle al siempre presente régimen de Recep Tayyip Erdogan. En el mes de febrero, el ministerio de Asuntos Exteriores turco vetó el registro de dos buques mercantes sospechosos de ser utilizados para realizar transportes ilegales al país norteafricano. Según diversas fuentes, desde Ankara temen que la operación de la Unión Europea en el Mediterráneo pueda perjudicar al Gobierno de Fayez al Serraj, apoyado por el Gobierno de Erdogan y con el que se está disputando el control de Libia los dirigidos por Haftar.
https://atalayar.com/content/nueva-ofensiva-militar-de-libia-contra-daesh
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