Benjamín Carrasco (Infodefensa.com) | MADRID
En la otra punta del Mediterráneo, a menos de cien kilómetros de la frontera entre Turquía y Siria, el Ejército de Tierra tiene desplegado en la ciudad turca de Adana un contingente de cerca de 150 militares, responsable de la operación de una batería de misiles Patriot. Cinco años llevan allí los militares españoles, en la base aérea de Incirlik, protegiendo las 24 horas del día, los siete días de la semana, el espacio aéreo de la quinta ciudad más poblada de Turquía, con dos millones de habitantes.
Al otro lado de la frontera, en el lado sirio, la guerra continúa camino ya del décimo año en la provincia de Idlib, al noroeste del país, el último bastión controlado por los rebeldes sirios y fuerzas yihadistas. Turquía hace tiempo que es un actor más sobre el terreno, con militares desplegados por todo el norte de Siria y apoyo directo a los rebeldes. Enfrente, el Gobierno sirio y sus principales aliados Rusia e Irán. Los choques se han recrudecido en las últimas semanas, con más de 30 militares turcos en un solo ataque de la aviación ruso-siria, el mayor número en un solo día desde la primera intervención del Gobierno de Erdogan en Siria en 2016.
La enésima escalada de tensión coincide con el despliegue por parte de España del undécimo relevo al mando del teniente coronel Benito de Valle en Incirlik, en unas instalaciones administradas por la Fuerza Aérea estadounidense (USAF). Hay que destacar que la misión del contingente español es puramente defensiva dentro del plan permanente de defensa aérea “Persistent Effort” de la OTAN, que también incluye la Policía Aérea de los países bálticos, donde cada año España participa con sus cazas de combate.
Foto:
La Alianza Atlántica lanzó en 2012 esta operación, a petición del Gobierno turco. El despliegue inicial incluyó seis baterías antimisiles Patriot de los Ejércitos de Países Bajos, Alemania y Estados Unidos, en distintas ciudades del sur de Turquía, para aumentar las capacidades defensivas ante las amenazas procedentes del conflicto sirio. El principal temor de las autoridades turcas era, entonces, y siguen siendo, ahora, los misiles Scud del régimen de Bashar el Asad.
En agosto de 2014, el comandante supremo de la Alianza en Europa (Saceur) solicitó a España que relevara a alguna de las unidades para poder mantener el esfuerzo de la OTAN en esta misión. El Gobierno español atendió la solicitud y, en 2015, sustituyó a Países Bajos.
Sistema Patriot
La batería española Patriot está compuesta por cinco lanzadores, más un sexto que permanece en reserva, modelo PAC-2. Cada uno puede lanzar cuatro misiles al mismo tiempo. Junto con los lanzadores, el sistema, desarrollado por la empresa estadounidense Raytheon, dispone de un radar AN/MPQ-53, elemento fundamental para la ejecución de las funciones de exploración, seguimiento y adquisición de objetivos. Su alcance es superior a los 150 kilómetros, no obstante, en las mejores condiciones puede rastrear las trazas de objetivos hasta a más de 400 kilómetros. Tiene la capacidad de seguir hasta cien objetivos y nueve misiles en vuelo a la vez.
La conocida en el argot militar como Estación de Control de Empeño (ECS) es el corazón del sistema: determina los objetivos a seguir, calcula las órdenes de guiado del misil y establece las prioridades. La ECS coordina toda la acción en apenas cuatro minutos. Este centro de mando recibe toda la información útil, a través de la Central de Información y Coordinación (ICC), que también permite el contacto permanente del sistema con el escalón superior, el Mando Componente Aéreo de la OTAN, ubicado en Ramstein (Alemania). El cuartel alemán es el responsable último de la toma de decisiones.
El sistema desplegado por España puede lanzar 24 misiles al mismo tiempo y neutralizar un proyectil balístico a 80 kilómetros de distancia y hasta 40 kilómetros de altura. Todos los componentes están instalados sobre camiones todoterreno, lo que facilita la movilidad. Dos elementos completan el sistema Patriot: la planta de suministro de energía, con unos potentes grupos electrógenos, y un grupo de antenas con su cabina de comunicaciones.
Foto:
En el caso español, los lanzadores utilizan misiles interceptores tierra-aire MIM-104C de más de cinco metros y un peso 900 kilos. Este misil puede permanecer en el aire entre nueve segundos y tres minutos y medio, e incorpora una cabeza de fragmentación de 91 kilos que explosiona cuando está cerca del objetivo.
España, sola desde finales de 2019
Desde finales del año pasado, España se ha quedado sola en la defensa de la frontera turca, después de que Italia, que, en su momento, sustituyó a Alemania, retirará su batería de defensa antiaérea SAMP/T. El Ministerio de Defensa español amagó también con el repliegue el sistema Patriot del Ejército de Tierra, sin embargo, optó finalmente por prorrogar la misión hasta junio de 2020.
Por su parte, EE UU mantuvo sus baterías Patriot en la región hasta 2015, cuando decidió que sus destructores, equipados con el sistema Aegis, asumieran las misiones de defensa antiaérea en el Mediterráneo oriental. No obstante, la presencia estadounidense en Incirlik continúa siendo notable. La USAF mantiene una fuerza de unos 5.000 efectivos.
Es importante señalar que las relaciones diplomáticas entre estadounidenses y turcos, ambos miembros de la OTAN, no atraviesan su mejor momento. Precisamente, uno de los principales puntos de conflicto es la defensa antiaérea. En 2017, Ankara decidió comprar baterías rusas S400, muy similares al sistema Patriot, después de que Washington le negará en repetidas ocasiones la venta de la batería fabricada por Raytheon. Esta decisión no sentó nada bien a la Administración Trump, que esgrime que los equipos rusos no son compatibles con los cazas de combate en servicio en la OTAN. No obstante, el Gobierno de Erdogan sigue adelante con la compra y, este mismo 2020, espera tener operativas sus primeras baterías S400.
El enfrentamiento por la compra del sistema de fabricación rusa sumó un nuevo capítulo el pasado mes de febrero con la sorprendente petición de Turquía del regreso de los Patriot estadounidenses, a la que EE UU no ha contestado, al menos, oficialmente. Ahora, Ankara busca protección en el norte de Siria ante el aumento de bajas en los enfrentamientos con las fuerzas de Bashar el Asad, apoyadas, precisamente, por la aviación rusa. Una situación un tanto rocambolesca. Rusia es el suministrador de su sistema de defensa antiaérea turco y, a ratos, también su enemigo en Siria.
En medio de este embrollo, el Ministerio de Defensa español (y la OTAN) deberá decidir antes del mes de junio si renueva otros seis meses, hasta finales de 2020, la presencia de su batería de misiles Patriot en la zona. De momento, el pasado mes el Gobierno informó en el Congreso de los Diputados que “España ha confirmado a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) la continuidad en la misión”, aunque no especificó si era sólo hasta mediados de año o por más tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario