Global Strategy Report, 48/2020
Resumen: Las fuerzas nucleares de China se encuentran en un proceso de actualización. A diferencia de otras potencias con esta capacidad militar, China posee un número de cabezas nucleares reducido y sus fuerzas nucleares mantienen un bajo nivel de alerta. Desde que China posee armas nucleares, su doctrina oficial ha sido la conocida como la política de no primer uso, es decir, nunca ser el primero en utilizarlas en un conflicto. La cuestión que surge es si China mantendrá esta postura nuclear en los próximos años, o la actual tensión geopolítica con Estados Unidos en la región del Indo-Pacífico le hará modificarla.
Introducción
La República Popular China se encuentra inmersa en un evidente esfuerzo para modernizar su fuerza nuclear. Su programa de desarrollo de misiles balísticos es uno de los más activos. Todo indica que China está desarrollando los elementos que caracterizan una avanzada y creíble triada nuclear, al igual de las que ya poseen sus principales rivales geopolíticos: Estados Unidos y Rusia. Aunque el verdadero tamaño de su arsenal nuclear no ha sido oficialmente desvelado, se estima que consiste aproximadamente en unas 290 cabezas nucleares (Kristensen & Korda, 2019:171), pero se desconoce el número de ellas que se encuentran desplegadas, es decir, instaladas en sus medios de lanzamiento. En la próxima década, es probable que China aumente el número de sus cabezas nucleares, se cree que su arsenal nuclear no tardará en superar al de Francia, convirtiéndose en la tercera potencia nuclear, aunque se estima que permanecerá muy por debajo de los niveles de Estados Unidos y Rusia.
La posibilidad de la utilización de armas nucleares durante la Guerra de Corea (1950-1953) reforzó la determinación de China de poseer esta clase de armas. En 1955, el líder chino Mao Zedong, figura primordial en el desarrollo de su programa y estrategia nuclear, decidió que China debía unirse al grupo de países con armas nucleares. El programa nuclear chino se inició con la ayuda de la Unión Soviética, pero cuando las relaciones sino-soviéticas comenzaron a deteriorarse a finales de los años cincuenta, China fue capaz de continuar con su programa nuclear por sí sola. La frase de Mao refiriéndose a las armas nucleares como «tigres de papel», deja ver su forma de interpretar el papel que juegan estas armas, resultado de su experiencia y análisis del fenómeno de la guerra. Mao lo explicaba de esta forma: «un país puede permitirse considerar las armas nucleares tigres de papel y no temerlas si las posee», «sin armas nucleares, tus palabras serán tomadas a la ligera». En esta visión de las armas nucleares se encuentra el germen de la política nuclear seguida hasta ahora por China.
Desde que China realizó su primer ensayo nuclear en 1964, las autoridades de este país han declarado que su doctrina nuclear[i], consiste en la denominada política de no primer uso o no-first-use (NFU). El papel de estas armas es disuadir a otra potencia de lanzar un ataque nuclear contra China, que sólo las usaría en respuesta a un ataque de este tipo. Esta doctrina lleva consigo asegurar una mínima capacidad de respuesta de represalia en caso de ser atacado, lo que significa priorizar la supervivencia de al menos parte de sus armas nucleares para garantizar un daño inaceptable a su adversario.
Tratar de analizar la postura bajo la que operan las fuerzas nucleares de los países que poseen esta capacidad militar no es una tarea fácil. Se trata de un problema multidisciplinar, que requiere un conocimiento profundo del entorno estratégico-operativo y técnico-militar, así como una constante atención y seguimiento de expertos en seguridad. Además, a la lógica reserva con la que los países tratan esta materia, hay que añadir que los pocos documentos oficiales públicos que hacen referencia a sus estrategias nucleares lo hacen de una forma vaga e incompleta. Si es difícil analizar y valorar la estrategia nuclear de cualquier país que posea este tipo de armas, lo es especialmente en el caso de China debido a una mayor falta de trasparencia.
Las fuerzas de misiles del Ejército de Liberación Popular
En 2016, el Ejército de Liberación Popular de China (PLA)[ii] reorganizó sus fuerzas nucleares, creando las fuerzas de misiles del Ejército de Liberación Popular (PLARF)[iii] como un servicio independiente, con responsabilidad sobre las tres ramas de su triada nuclear. El objetivo principal de esta nueva estructura era optimizar el mando y control de estas fuerzas. China está empeñada en un programa de misiles muy activo y con un elevado número de modelos en desarrollo, capaces de cubrir un amplio rango de alcances. El grueso de los sistemas de armas de las PLARF son misiles convencionales, mientras una parte de ellos disponen de capacidad dual: nuclear y convencional.
Desde una perspectiva tecnológica, su programa de modernización de misiles está siguiendo la misma trayectoria que ya han seguido otras potencias nucleares. Una progresiva sustitución de los misiles de combustible líquido por sólido, para conseguir una mayor disponibilidad y capacidad de reacción. La tendencia a reemplazar los misiles lanzados desde silos por misiles sobre lanzadores móviles, para aumentar su capacidad de supervivencia. Desarrollo de avanzados misiles balísticos intercontinentales (ICBM)[iv] con la capacidad de portar múltiples vehículos de reentrada en la atmósfera (MIRV)[v] y vehículos de reentrada maniobrables (MARV)[vi], capaces de alcanzar velocidades hipersónicas[vii], lo que indica un intento de aumentar la capacidad de penetrar los sistemas de defensa antimisil (BMD)[viii].
Hasta ahora, las PLARF habían mantenido las cabezas nucleares almacenadas y no desplegadas de forma permanente en los medios de lanzamiento, salvo en la realización de algunas pruebas y ejercicios. Sin embargo, ahora existen indicios de que esta situación puede haber empezado a cambiar. Algunas cabezas nucleares podrían haber sido desplegadas en misiles de forma permanente, con la finalidad de mejorar la disponibilidad y capacidad de reacción de sus armas nucleares, lo que significa hacer más creíble su capacidad de represalia (Kulacki, 2016). Esto último representaría un cambio en la postura nuclear seguida hasta ahora por China, aunque esta circunstancia no ha sido confirmada por fuentes oficiales.
Las PLARF designan sus misiles con las letras DF por los términos chinos Dong Feng, cuyo significado es “viento del este”. La mayoría de los misiles de su arsenal son de alcance medio (MRBM)[ix] e intermedio (IRBM)[x]. Como es el caso del misil de alcance medio DF-21A (CSS-5 Mod 2, denominación OTAN) de combustible sólido, portador de una cabeza nuclear de una potencia entre 200 y 300 kilotones[xi] y con un alcance de 2150 km. La versión DF-21E (CSS-5 Mod 6) con capacidad nuclear comenzó a ser desplegada en 2016. Además, existen otras dos versiones con ojivas convencionales: el misil tierra-tierra DF-21C (CSS-5 Mod 4) y el misil anti-buque DF-21D (CSS-5 Mod 5). En el rango de alcance intermedio destaca el misil DF-26 desplegado en 2017, que porta una cabeza nuclear de entre 200 y 300 kt y tiene un alcance de 4000 km (Kristensen & Korda, 2019:172). Este misil, que representa los últimos avances realizados, cuenta con capacidad dual y dispone de un sistema de guiado de precisión, lo que le permite ser usado contra objetivos terrestres y navales en movimiento[xii], aunque algunos expertos occidentales han expresado dudas acerca de esto último[xiii].
Los misiles intercontinentales más antiguos en servicio son los misiles DF-4 (CSS-3), este misil entró en servicio en 1980, su alcance supera los 5500 km y porta una cabeza nuclear de 3,3 megatones. En los últimos años, las PLARF han incrementado el número de misiles intercontinentales, como es el caso del DF-5A (CSS-4), este misil, que comenzó a ser desplegado en 1981, es lanzado desde silo y propulsado por combustible líquido, tiene un alcance de 13000 km con una cabeza nuclear de 4000 – 5000 kt. La versión modernizada DF-5B tiene capacidad para portar tres cabezas nucleares, aunque estas son de menor potencia para mantener el peso y conservar el mismo alcance. En 2006, comenzó a ser desplegado el misil intercontinental DF-31 (CSS-10) de 13 m de longitud y transportado en un lanzador móvil de ocho ejes, su motor está constituido por tres etapas y es propulsado por combustible sólido, porta una sola cabeza nuclear y tiene un alcance de 7200 km. Su última versión modernizada DF-31AG mide 18,4 m, utiliza una tercera etapa motor mayor y su alcance de 11200 km le permite llegar a la mayor parte del territorio de Estados Unidos[xiv]. El Departamento de Defensa de Estados Unidos estima que China dispone de unos 90 lanzadores para este último tipo de misil ICBM (DoD US, 2019:44).
Los actuales esfuerzos en el desarrollo de misiles intercontinentales se centran en el misil ICBM DF-41 (CSS-X-20), el misil podrá ser lanzado desde silo o lanzador móvil y reemplazará la versión más antigua de los DF-5. Se considera que su desarrollo se encuentra en una fase avanzada, pues en mayo de 2018 se realizó el ensayo número diez del misil. El Departamento de Defensa de Estados Unidos cree que tendrá capacidad MIRV y que su diseño contempla las ayudas necesarias para intentar sortear las defensas antimisil (DoD USA, 2019:45).
Otras unidades del Ejército Popular de Liberación (PLA) cuentan con una amplia variedad de misiles de corto alcance (SRBM)[xv] convencionales, como los CSS-7 y CSS-11, con la posible excepción del misil DF-15 (CSS-6) con capacidad nuclear (Kristensen & Korda, 2019: 175).
Fuente: Departamento de Defensa de EEUU, ANNUAL REPORT TO CONGRESS 2019.
Los estrategas chinos, como el estratega y filósofo de la antigua China Sun Tzu autor de El arte de la guerra, siempre han resaltado la importancia del secreto, la decepción y el encubrimiento en la estrategia militar. En esta línea, el Ejército Popular de Liberación dispone de una red de túneles y refugios subterráneos de unos 5000 km de longitud, estas instalaciones, que no han dejado de ampliarse desde el triunfo de la revolución en 1949, son utilizadas para proteger los recursos más sensibles de sus fuerzas armadas. Esta red de túneles es utilizada para proteger y asegurar la supervivencia de sus fuerzas nucleares de un primer y sorpresivo ataque nuclear. La campaña aérea llevada a cabo durante la Guerra del Golfo por Estados Unidos en 1991 y el bombardeo de Yugoslavia por la OTAN en 1999, en las que hicieron aparición los primeros sistemas de armas guiadas de precisión, causaron una fuerte impresión en los líderes civiles y militares chinos. El análisis de estas acciones intensificó la ampliación y actualización de esta estructura defensiva de túneles y refugios.
La Armada China (PLAN)[xvi] dispone de los misiles JL-2 (CSS-N-14), se trata de misiles balísticos con capacidad nuclear lanzados desde submarinos (SLBM)[xvii], una versión naval de los misiles DF-31. China cuenta con una flota de cuatro submarinos de propulsión nuclear clase Jin, capaces de portar 12 misiles JL-2 cada uno, actualmente dos submarinos de esta clase se encuentran en construcción. Las especulaciones realizadas sobre el misil JL-2 le atribuyen un alcance de 7200 km, lo que les permitiría alcanzar desde el Mar de China la totalidad del territorio de Rusia e India, las islas de Guam y Hawái en el Océano Pacífico y Alaska. Para poder alcanzar el territorio continental de Estados Unidos los submarinos chinos tendrían que adentrarse en el Océano Pacífico, viéndose obligados a pasar a través de los estrechos de la primera cadena de islas que dan salida al océano abierto.
Primera cadena de islas
Actualmente, la Armada China afronta el reto de superar varias restricciones doctrinales, técnicas y operacionales. Aunque con cierta regularidad practica los procedimientos para cargar las cabezas nucleares en sus misiles JL-2, no se tiene la seguridad de que los submarinos clase Jin hayan realizado patrullas con cabezas nucleares abordo. Los submarinos nucleares chinos se encuentran empeñados en obtener la capacidad de realizar patrullas disuasorias de largo alcance, y desarrollar los procedimientos avanzados de mando y control que requiere esta capacidad. En cuanto al diseño de la clase Jin, todavía son considerados un modelo poco sigiloso y por lo tanto detectable por los equipos de guerra submarina de otras armadas. Todo lo anterior induce a pensar que China pronto comenzará, sino lo está haciendo ya, a dirigir sus esfuerzos al desarrollo de una nueva generación de submarinos más avanzados, lo que sería una clara señal de que trata de ampliar su capacidad de disuasión. De hecho, el desarrollo de una nueva generación de misiles SLBM de mayor alcance, denominados JL-3, ya ha comenzado[xviii].
Los submarinos de la clase Jin tienen su base en la isla Hainan. La localización de esta base tiene una gran importancia estratégica, pues permite ejercer el control de los estrechos marítimos de acceso al Mar del Sur de China. La Armada China trata de ejercer su influencia y control en este mar, las razones para ello son obvias: un tercio del tráfico marítimo comercial mundial y la mitad de la demanda energética de los países del noreste asiático pasan a través de este mar[xix], y tiene que hacerlo a través de los estrechos de Sonda, Lombok y Macasar, pero sobre todo por el estratégico estrecho indonesio de Malaca, que es la salida natural al Océano Índico. En definitiva, la seguridad económica de China está ligada a este mar, ya que el 60% de su comercio pasa por él, por lo que trata de asegurarse que el cordón de islas que rodean al Mar de China y que determinan la existencia de un gran número de estrechos, no puedan convertirse en un obstáculo para las rutas comerciales marítimas que utiliza. También, los intereses de China en este mar están relacionados con los proyectos portuarios que está desarrollando en la zona, y en la explotación de los importantes yacimientos marinos de petróleo y gas natural existentes.
Submarino nuclear clase Jin
La Fuerza Aérea de China (PLAAF)[xx] dispone de los bombarderos estratégicos H-6, capaces de portar armas nucleares. Este avión es la versión construida en China del antiguo bombardero soviético birreactor Tupolev Tu-16. Desde 1965, este bombardero fue utilizado en el lanzamiento de bombas nucleares de gravedad dentro del programa de ensayos nucleares que China llevó a cabo en la atmósfera hasta 1980. Hoy en día, la fuerza aérea china lleva a cabo su misión nuclear con la versión modernizada H-6K de este avión, que puede llevar seis misiles de crucero aire-tierra tanto convencionales como nucleares. La versión H-6G utilizada en misiones marítimas, puede hacer uso de los aeródromos construidos en las islas Spratley, lo que les permite extender el alcance de las patrullas marítimas al estrecho de Malaca y al Océano Índico, esta versión tiene la capacidad de lanzar misiles de crucero anti-buque (ASCM)[xxi]. La versión H-6U, adaptada para llevar a cabo misiones de repostaje en vuelo, permite aumentar el alcance operativo al resto de la flota aérea más allá de la primera cadena de islas. Además, la fuerza aérea china trata de ampliar sus capacidades con el desarrollo de un nuevo bombardero estratégico empleando tecnología stealth[xxii] (DoD USA, 2019:41).
La estrategia nuclear de China
China ha declarado repetidamente que su doctrina nuclear consiste en no ser el primero en usar sus armas nucleares contra otro estado y nunca utilizar este tipo de armas contra los países que no las poseen, la denominada política de no primer uso (NFU). De hecho, las fuerzas nucleares chinas mantienen un bajo nivel de alerta, ya que sus cabezas nucleares se encuentran normalmente almacenadas y no desplegadas en sus medios de lanzamiento, a diferencia de las fuerzas nucleares de Estados Unidos y Rusia.
En términos de la China’s Military Strategy[xxiii] de 2015: «las fuerzas nucleares son la piedra angular para salvaguardar la soberanía y seguridad de China, nuestra estrategia nuclear es defensiva por naturaleza». La estrategia nuclear de China se basa en garantizar una “represalia asegurada” y generar “incertidumbre”. Las autoridades chinas creen que la disuasión nuclear no depende de una inmediata respuesta, sino en tener la capacidad de realizar una respuesta nuclear como represalia, respuesta que debe ser de la entidad suficiente para infligir al enemigo un daño que considere inaceptable. Para generar duda y ambigüedad, China no revela detalles de sus fuerzas nucleares, como su tamaño, localización, movilidad y operatividad. En definitiva, China pretende transmitir que el propósito de su arsenal nuclear se limita a desalentar a otros estados de amenazar con armas nucleares a China y garantizar una adecuada capacidad de disuasión. Para los expertos chinos, «el compromiso de no primer uso es establecer un estado de mutua confianza entre los países que poseen armas nucleares y constituir un significativo primer paso hacia el desarme nuclear» (Zhenqiang, 2016).
China tiene la capacidad industrial para enriquecer uranio y producir plutonio para sus necesidades militares. La institución responsable de la producción de armas nucleares es la Academia China de Ingeniería y Física, competente en todos los aspectos del diseño de este tipo de armas: física nuclear, química, ciencia de materiales, electrónica, explosivos, simulación por ordenador, etc. En 2018, China disponía de 41 plantas nucleares en funcionamiento para la producción de energía y 15 más en construcción[xxiv].
Ante las actuales tensiones geopolíticas, la cuestión que surge es si China mantendrá su actual estrategia nuclear o cambiará en el futuro. Sea como fuere, de manera inevitable su programa y doctrina nuclear son afectados por la estrategia seguida por el resto de países que disponen de armas nucleares. Por el momento, no existen evidencias que hagan pensar en un cambio radical en su actual doctrina. En el Nuclear Posture Review (NPR) de 2018, documento en el que los Estados Unidos dan a conocer su postura nuclear oficial, además de reconocer la creciente importancia de las fuerzas nucleares chinas, pone énfasis en que «la política y doctrina nuclear de China no ha cambiado, pero su falta de trasparencia con respecto al alcance y escala de su programa nuclear despierta inquietudes respecto a sus futuras intenciones» (NPR, 2018:11).
Un factor que podría llegar a provocar cambios en la postura nuclear de China son los avances en la efectividad de los sistemas de defensa antimisil. Esto es así porque estos sistemas tratan de anular la capacidad de represalia, al hacer más difícil que las cabezas nucleares alcancen los objetivos designados. El presente estado de la tecnología ya permite que los sistemas de gestión y control de la defensa antimisil obtengan en tiempo real datos como la detección del lanzamiento, la predicción de la trayectoria, el punto de apogeo y el de reentrada en la atmósfera, la velocidad en cada posición de la trayectoria, etc. Estos datos son adquiridos por la red de satélites de alerta y los diferentes tipos de radares desplegados en tierra y mar que constituyen el sistema de alerta temprana, y que proporcionan los datos necesarios a los diferentes sistemas interceptores. Aunque los actuales sistemas BMD podrían verse saturados y sobrepasados, los estrategas chinos contemplan que su efectividad mejorará en el futuro, y por lo tanto, el despliegue de sistemas antimisil limitará su capacidad de disuasión. Desde esta perspectiva, muchas de las actualizaciones del programa nuclear de China se pueden entender como esfuerzos para mantener su capacidad de represalia.
Además, existen otros factores que podrían llegar a influir en un cambio en la postura nuclear de China. Como la tensión existente entre China y Taiwán, que podría dar lugar a un conflicto militar. Otro elemento es la aparición de dos estados con armas nucleares en la región: India y Paquistán. Sin olvidar el empeño de la República Popular de Corea del Norte en desarrollar medios de lanzamiento avanzados para sus armas nucleares, esta amenaza podría provocar el despliegue de sistemas de defensa antimisil por parte de Corea del Sur y Japón con el apoyo de Estados Unidos, pues estos sistemas reducirían el efecto disuasorio del arsenal nuclear chino.
Si las autoridades chinas deciden cambiar su actual estrategia nuclear, probablemente lo harán en el sentido de elevar el nivel de alerta de sus fuerzas nucleares, para poder reaccionar de forma inmediata al detectar el lanzamiento de los misiles del adversario cuando estos todavía se encuentran en el aire, esta doctrina es la denominada launch-on-warning. Un indicador de un desplazamiento hacia esta posición sería el establecimiento de la necesaria red de alerta temprana. El actual nivel tecnológico de China le permite desarrollar este sistema, que, entre otros elementos, requeriría de una red de satélites de vigilancia dedicada a este fin. Recientemente China ha lanzado al espacio satélites de los que se desconoce su propósito. Las posturas que implican un elevado estado de alerta de las fuerzas nucleares llevan consigo un aumento del riesgo nuclear, como lo demuestra la desclasificación de documentos relacionados con la Guerra Fría, que han permitido conocer numerosos incidentes y falsas alarmas que tuvieron lugar durante ese periodo.
Desde su entrada en vigor en 1970, el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (NPT)[xxv] reconoció a China como uno de los cinco países que en ese momento habían construido y ensayado armas nucleares. Inicialmente, China se opuso al tratado, al defender que todos los países tenían derecho a poseer armas nucleares, sin embargo, desde su incorporación formal al NPT en marzo de 1992, ha elogiado el papel del tratado y ha apelado a los demás países con armas nucleares a adoptar la política de no primer uso. También apoyó la decisión de extender indefinidamente el NPT en la conferencia llevada a cabo para este fin en 1995. En su declaración oficial de acceso al NPT, dirigida al Secretario General de Naciones Unidas, China manifestó que el tratado debe ser un medio para la total prohibición y destrucción de todas las armas nucleares, en ese mismo documento, también resaltó la importancia de no ayudar a otros países a desarrollar armas nucleares[xxvi].
A pesar de estas declaraciones oficiales, China se vio envuelta en un escándalo relacionado con la proliferación nuclear, al proporcionar a Paquistán el diseño de una bomba nuclear. Esto permitió al programa nuclear de este país realizar dos ensayos nucleares en 1998, llevados a cabo como respuesta a los ensayos de India de ese mismo año. A su vez, esta información técnica fue pasada a Libia por la red de Abdul Qadeer Khan, considerado el padre del programa nuclear paquistaní. Esta red de contrabando de tecnología nuclear fue descubierta por inspectores de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (IAEA)[xxvii] en 2004, después de que el presidente de Libia, Muammar al Gadafi, renunciara a su programa nuclear y permitiera a los inspectores examinar las instalaciones del programa, donde se encontró la necesaria documentación técnica en chino.
La competición estratégica entre Estados Unidos y China
En las últimas décadas, China ha emergido como una gran potencia mundial. Su producto interior bruto (PIB) se aproxima al de Estados Unidos con rapidez, ya nadie duda que China desplazará a los Estados Unidos como la mayor economía del mundo, la cuestión es cuando. El propio Henry Kissinger, con su gran agudeza para ver las tendencias a largo plazo, ha expresado que: «Los Estados Unidos temen que el crecimiento de China socave su preeminencia, y por tanto su seguridad, China está decidida a alcanzar el dominio militar y económico en todas sus regiones circundantes y, así, en última estancia la hegemonía» (Kissinger, 2014).
China aspira a dominar el Mar de China, como a lo largo de la historia otras potencias han tratado de controlar los mares situados en sus proximidades, Grecia intentó controlar el Mar Egeo, Roma el Mediterráneo y los Estados Unidos el Caribe (Spykman & Rollins, 1939). La actual coyuntura ha permitido que este país inicie la construcción de una gran marina de guerra para recuperar el Océano Pacífico, y quizás incluso el Índico, como parte de su geografía (Kaplan, 2012). «Todo parece indicar que en los próximos lustros asistiremos no sólo al refuerzo de las capacidades aeronavales chinas sino también a un más que probable cambio de doctrina de gran envergadura, que consiste en que un Estado integrado en el Rimland[xxviii] trate de transformarse en una auténtica potencia marítima» (Baqués, 2017).
Para ampliar el control de este mar, China ha recurrido a la construcción de islas artificiales a partir de pequeños islotes en el Mar del Sur de China, que una vez convertidas en fortalezas, sirven para que China reclame áreas próximas a Corea, Japón y Filipinas. También ha reforzado su capacidad anti-acceso y negación de área (A2/AD)[xxix], capacidad militar que consiste en emplear una serie de sistemas de defensa aérea y anti-buque para negar libertad de movimiento a un adversario en una situación de crisis. No en vano, el diseño del misil balístico anti-buque DF-21D pretende negar el acceso a determinadas áreas a los grandes portaaviones norteamericanos. A lo que habría que sumar, la compra a Rusia del sistema de defensa antiaérea de largo alcance S-400 Triumph, que comenzó a ser suministrado en 2018 según anunció Sergei Chemezov presidente de Rostec[xxx]. A su vez, la industria militar china ha desarrollado el sistema de defensa antimisil HQ-19 (CSA-X-19), con capacidad para interceptar misiles balísticos de alcance medio (MRBM), sistema similar al THAAD[xxxi] norteamericano. China trata de desarrollar y fortalecer un sólido sistema integrado de defensa aérea para defender objetivos estratégicos de los misiles de largo alcance y ataques aéreos de un posible adversario. Estos nuevos sistemas van a permitir que China refuerce las Zonas de Identificación Aérea en el Mar de China (ADIZ)[xxxii] que Pekín estableció en 2013, pero que Japón, Corea del Sur, Estados Unidos y otros países han impugnado por las restricciones que suponen al tráfico aéreo.
Otro factor que puede contribuir a aumentar la tensión en la región es la desaparición del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF)[xxxiii] el pasado 2 de agosto de 2019. Tanto los Estados Unidos como la Federación Rusa demostraron no tener especial interés político en salvar este tratado, ambas partes hace tiempo que empezaron a considerarlo trasnochado y de poca utilidad en el actual nuevo orden multipolar. En este nuevo escenario mundial, ambos prefieren verse libres y escapar de las restricciones impuestas por el mismo. Estados Unidos considera que el tratado lo colocaba en una clara desventaja geoestratégica frente a China, a la que estos sistemas de armas le sirven para reforzar su estrategia de sellado de los Mares del Sur y del Este de China. Ni qué decir tiene que la estabilidad estratégica puede verse más comprometida si Estados Unidos decide desplegar misiles de alcance intermedio en la zona para contrarrestar lo que considera un comportamiento agresivo de China.
Mientras Estados Unidos cree que China busca desplazarle de la región del Indo-Pacífico, China interpreta que Estados Unidos está llevando a cabo un asedio estratégico en contra de sus intereses. La tensión entre las dos potencias se refleja en varios documentos oficiales de Estados Unidos relacionados con la seguridad y la defensa. En su Estrategia Nacional de Seguridad, firmada por el Presidente Trump en diciembre de 2017, se recoge que «China y Rusia desafían el poder americano, su influencia e intereses, intentando erosionar la seguridad y prosperidad de los Estados Unidos. Hoy, estos países están adquiriendo capacidades militares para denegar a América el acceso y la capacidad de operar libremente en zonas de interés comercial en tiempos de paz»[xxxiv]. La Estrategia Nacional de Defensa de Estados Unidos, firmada en febrero de 2018 por el Secretario de Defensa Jim Mattis, se refiere a China como: «un competidor estratégico que utiliza una economía depredadora para intimidar a sus vecinos mientras militariza el Mar del Sur de China»[xxxv]. En el documento Nuclear Posture Review 2018: «La modernización militar de China y su búsqueda de un dominio regional son el mayor desafío a los intereses de Estados Unidos en Asia» (NPR, 2018: 31).
En el futuro, la región de Asia-Pacífico podría convertirse en el escenario de una carrera de armamentos y proliferación nuclear, pudiéndose llegar a crear un dilema de seguridad[xxxvi]. Lo más deseable, y no descartable, sería que ambos países alcanzaran un acuerdo regional de limitación de armamentos, o incluso un tratado de ámbito global, en el que participaran otras potencias nucleares.
Conclusiones
China, desde que alcanzó el estatus de potencia nuclear en 1964, ha adoptado una estrategia nuclear de naturaleza defensiva. Su arsenal nuclear es considerado relativamente reducido y sus fuerzas nucleares han mantenido hasta el momento un bajo nivel de alerta.
Sin embargo, desde que China ha emergido como una gran potencia económica, se ha empeñado en un proceso de actualización de sus sistemas de armas nucleares. Su arsenal nuclear están gradualmente creciendo y sus fuerzas nucleares están adquiriendo mayor movilidad y capacidad para penetrar las defensas anti-misil, con el objetivo de lograr una mayor capacidad de disuasión.
El cada vez más evidente desplazamiento del centro de gravedad mundial hacia el continente asiático, y la creciente tensión geopolítica que está teniendo lugar entre China y Estados Unidos, especialmente en el Mar de la China, hace que surja con incertidumbre la cuestión de cómo evolucionará la política nuclear de China. Si mantendrá su actual doctrina de no primer uso, o por el contrario, se lanzará a una estrategia de proliferación nuclear con unas fuerzas nucleares cada vez en un mayor estado de alerta.
Referencias
Baqués, Josep (2017), “Análisis de tendencias geopolíticas a escala global”, Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE), Documento de Investigación 18/2017, p 19.
Departamento de Defensa USA (2019), “ANNUAL REPORT TO CONGRESS. Military and Security Developments Involving the People’s Republic of China 2019”, Office of Secretary of Defense. pp. 45, 44, 41.
Jervis, Robert (1976), “Perception and Misperception in International Politics”, Center for International Affairs. Harvard University.
Kaplan, Robert D. (2012), “La venganza de la geografía”, edición RBA Libros, p 271.
Kissinger, Henry (2014), “Orden Mundial, Reflexiones sobre el carácter de los países y el curso de la historia”, Editorial Debate, p. 233.
Kristensen, Hans M. & Korda, Matt (2019), “Chinese nuclear forces, 2019”, Bulletin of the Atomic Scientists, 2019 VOL. 75, NO. 4, 171-178, pp 171, 172, 175).
Kulacki, Gregory (2016), “China’s Military Calls for Putting Its Nuclear Forces on Alert”, January 2016, Union of Concerned Scientists, p 4.
NPR (2018), “Nuclear Posture Review 2018”, Department of Defense of the United States, February 2018, p 11. https://media.defense.gov/2018/Feb/02/2001872886/-1/-1/1/2018-NUCLEAR-POSTURE-REVIEW-FINAL-REPORT.PDF
NPR (2018), “Nuclear Posture Review 2018”, Department of Defense of the United States, February 2018, p 31.
Spykman, Nicholas J. & Rollins Abbie A (1939), “Geographic Objectives in Foreign Policy II, V Circumferential and Transmarine Expansion”, The American Political Science Review, August 1939, p 591-614.
Zhenqiang, Pan (2016), “China’s No First Use of Nuclear Weapons”, UNDERSTANDING CHINESE NUCLEAR THINKING, Li Bin & Tong Zhao Editors, Carnegie Endowment for International Peace, p 65.
[i] Entendida como doctrina de empleo, es decir, en que condiciones serían usadas las armas nucleares.
[ii] PLA por sus siglas en inglés: People’s Liberation Army.
[iii] PLARF por sus siglas en inglés: People’s Liberation Army Rocket Forces.
[iv] ICBM por sus siglas en inglés: InterContinental Ballistic Missile.
[v] MIRV por sus siglas en inglés: Multiple Independently Targetable Reentry Vehicle.
[vi] MARV por sus siglas en inglés: MAneuverable Reentry Vehicle.
[vii] En esta nueva categoría de armas, los misiles, tanto en su versión balística o de crucero, tienen que alcanzar como mínimo velocidades de 5 Mach, lo que significa velocidades cinco veces superiores a la del sonido, es decir, 6.125 Km/h.
[viii] BMD por sus siglas en inglés: Ballistic Missile Defense.
[ix] MRBM por sus siglas en inglés: Medium-Range Ballistic Missile (1000 – 3000 km).
[x] IRBM por sus siglas en inglés: Intermediate-Range Ballistic Missile (3000 – 5500 km).
[xi] “Kilotón” (kt) es la unidad utilizada para medir la energía liberada por un explosivo, es equivalente a la energía de la explosión de 1000 toneladas de trinitrotolueno o 4.184 terajulios.
[xv] SRBM por sus siglas en inglés: Short Range Ballistic Missile.
[xvi] PLAN por sus siglas en inglés: People’s Liberation Army Navy.
[xvii] SLBM por sus siglas en inglés: Submarine-Launched Ballistic Missile.
[xx] PLAAF por sus siglas en inglés: People’s Liberation Army Air Force.
[xxi] ASCM por sus siglas en inglés: Anti-Ship Cruise Missile.
[xxii] Stealth del ingles: furtivo, sigiloso, invisible.
[xxv] NPT por sus siglas en inglés: Non-Proliferation Treaty.
[xxvii] IAEA por sus siglas en inglés: International Atomic Energy Agency.
[xxviii] En el sentido que le dio el profesor y gran estratega estadounidense Nichola J. Spykman en su libro “The Geography of the Peace”.
[xxix] A2/AD por sus siglas en inglés: anti-access/area-denial.
[xxxi] THAAD por sus siglas en inglés: Terminal High Altitude Air Defense.
[xxxii] ADIZ por sus siglas en inglés: Air Defence Identification Zone.
[xxxiii] INF por sus siglas en inglés: Intermediate-Range Nuclear Forces Treaty.
[xxxvi] Situación que se produce cuando las acciones de un Estado que pretende mejorar su seguridad conducen a que otro responda de manera similar, generando un conflicto aunque ninguno de ellos lo pretenda. (Jervis, 1976).
ETIQUETADOCHINAFUERZAS NUCLEARES
Miguel Campos Robles
Miguel Campos Robles es Teniente Coronel del Ejército de Tierra, antiguo alumno del Master en Estudios Estratégicos y Seguridad Internacional de la Universidad de Granada
https://global-strategy.org/las-fuerzas-nucleares-de-la-republica-popular-china/
No hay comentarios:
Publicar un comentario