Hong Kong
18 FEB. 2018 02:24
Soldados del ejército chino forman filas durante un desfile militar en la base de Zhurihe. REUTERS
China impulsa un desarrollo y transformación de sus Fuerzas Armadas que "pronto podría desafiar a EEUU"
Aunque no es ningún secreto que Pekín lleva años tratando de modernizar sus Fuerzas Armadas, la velocidad a la que lo está haciendo ha pillado a más de uno por sorpresa. "El impresionante desarrollo militar de China pronto podría desafiar aEstados Unidos en casi todos los campos", aseguró este mismo miércoles el líder del Mando del Pacífico de Estados Unidos (PACOM, en inglés), el almirante Harry Harris, ante un comité de la Cámara de Representantes de su país. "Si no seguimos el ritmo, PACOM tendrá dificultades para competir con el Ejército de Liberación Popular (ELP) de China en futuros campos de batalla", añadió el uniformado, recién nombrado embajador en Australia.
Conforme China gana peso económico y expande su influencia global, los dirigentes del Partido Comunista chino (PCCh) han impulsado una transformación de sus Fuerzas Armadas sin precedentes que sirva tanto para asegurar el interior de sus fronteras como para proteger sus intereses fuera de ellas, objetivo para lo que no han escatimado yuanes. Aunque se encuentran a años luz de la partida presupuestaria estadounidense (686.000 millones de dólares recién anunciados para 2019), en 2017, Pekín dedicó un 1,3% de su PIB a este campo, unos 140.000 millones de dólares (hasta 200.000 según otros cálculos) invertidos en la modernización de un Ejército que ha pasado de estar basado en la cantidad a la calidad.
Para lograrlo, se ha anunciado el despido de 300.000 efectivos de su sobredimensionado ejército terrestre, se han reestructurado los mandos -condecenas de altos cargos detenidos en una campaña contra la corrupciónque ha llevado al castigo de más de 13.000 oficiales- y se han desviado gran parte de los recursos hacia secciones de mayor importancia para la guerra moderna, como la Armada, las Fuerzas Aéreas, la fuerza de apoyo estratégica o las dedicadas a la guerra cibernética.
"Haremos todos los esfuerzos necesarios para fortalecer la capacidad de defensa y la modernización de las Fuerzas Armadas chinas", reiteró el presidente Xi Jinping,que también comanda este estamento, en el Congreso del PCCh que en octubre situó su liderazgo a la altura del de Mao Zedong. En aquel encuentro, se apuntó al año 2049 (centenario de la fundación de la República Popular China) como la fecha clave para que el gigante asiático certifique su ascensión a los cielos de las superpotencias militares.
Un desafío a la superioridad de Estados Unidos
Ya se están dando pasos para ello. Hace tan solo unos días, China anunció que los nuevos cazas de quinta generación J-20 (la respuesta china al F-22 y F-35 estadounidenses) ya estaban listos para entrar en combate, aunque algunos expertos militares occidentales han restado importancia a las supuestas virtudes de estos aparatos. Pekín también está trabajando en su segundo portaaviones (EEUU cuenta con 10), el primero desarrollado íntegramente por ellos y que estará operativo para 2020; ha incrementado el poderío de su flota, incluida la submarina; y está finalizando la controvertida fortificación del Mar de China Meridional, una avanzadilla de islotes reconvertidos en bases militares que le permitiría mantener al enemigo lejos de sus costas durante un tiempo en caso de ataque.
"China aún no está a la par de Estados Unidos, pero se está poniendo al día. Y en algunas áreas, está haciendo algo más que eso", apuntó el director del Balance Militar anual publicado por el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, Bastian Giegerich. A su juicio, la incorporación a su inventario de nuevos misiles aire-aire y del avión de combate J-20 son todo un desafío a la superioridad aérea de EEUU, que hasta ahora ha operado en los cielos sin encontrar apenas oposición. "Creo que esos días ya se terminaron", dijo.
En su afán por proyectar su fuerza hacia el exterior, las autoridades comunistas anunciaron en verano de 2015 de que China abrirá su primera base naval en el extranjero (en Yibuti) para contar con una mayor capacidad de reacción en la zona del Cuerno de África y luchar contra la piratería. Y no será la única. "Se construirán más bases logísticas en el extranjero para ayudar a la Armada del ELP a realizar operaciones a nivel mundial", aseguró esta semana el general retirado Xu Guangyu, en el diario oficialista Global Times. "EEUU es una potencia mundial con intereses masivos en el exterior. Considerando que China ya se ha convertido en una potencia económica global, es completamente razonable que incremente su poder marítimo", apostilló, todo un cambio con la política seguida hasta fechas recientes.
Otro de los campos donde China se está haciendo fuerte es en la fabricación y venta de armamento, siendo el tercer exportador mundial por detrás de EEUU y Rusia. "Poder vender armas no solo es una fuente de ingresos, sino también una señal de influencia militar y liderazgo mundial, y puede ayudar a reforzar alianzas políticas", afirmó al respecto la especialista en el Ejército chino de la Universidad de Hong Kong, Yvonne Chiu, a CNN.
Pese a todos los avances logrados, el país asiático todavía carece de la capacidad suficiente de tratar de tú a tú a la arrolladora maquinaria bélica estadounidense. Como señalan varios analistas, la última guerra que China libró tuvo lugar contra Vietnam en 1979, un conflicto que ganó pero donde sufrió grandes perdidas a manos de unos vietnamitas curtidos en años de escaramuzas. Por ello, el ELP ha ejecutado decenas de ejercicios militares por aire, tierra y mar durante los últimos años y ha incrementado su participación en misiones de paz internacionales, un intento por dotar de experiencia a unas tropas poco bregadas en conflictos reales.
China es consciente de que su auge despierta recelos entre sus vecinos y potencias como EEUU, que la calificó de "creciente amenaza" (junto a Rusia) en su nueva estrategia de defensa. Pese a ello, y a que de vez en cuando suenan tambores de guerra por asuntos espinosos como Taiwan o el Mar de China Meridional, Pekín sigue defendiendo que no busca agredir a ningún otro país, y la gran mayoría de expertos descartan un enfrentamiento directo próximo entre las grandes potencias.
"No creo que nos dirijamos hacia una guerra con China. Nuestros intereses son mucho más propensos a converger (Corea del Norte, cambio climático) que a diverger y nuestras economías están profundamente entrelazadas", escribió recientemente James Stavridis, almirante retirado de EEUU y ex comandante militar de la OTAN, en Bloomberg. "Sin embargo, la competencia, suponiendo que podamos evitar el conflicto abierto, será feroz", pronosticó.
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