Soldados del ejército de Letonia conducen un blindado durante el desfile del Día de la Independencia en Riga, el 18 de noviembre de 2016 (Reuters)
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A su pesar, los países bálticos se han convertido en la frontera de la nueva Guerra Fría. En las últimas semanas, los tres estados han firmado acuerdos militares con EEUU para formalizar la futura presencia de tropas estadounidenses en sus países: Estonia y Lituania lo hicieron el 17 de enero; Letonia lo había hecho una semana antes. Esta firma, además de autorizar la formación y los ejercicios militares conjuntos, da cobertura legal al despliegue de fuerzas estadounidenses en estos territorios. Y la fecha, pocos días antes de la toma de posesión del presidente Donald Trump, no ha sido casual.
El nuevo inquilino de la Casa Blanca asustó a las autoridades bálticas (y a muchos de los socios de EEUU) durante la campaña electoral cuando, al ser preguntado si acudiría en apoyo de Estonia, Letonia o Lituania en caso de una invasión rusa, respondió: “Tenemos muchos miembros de la OTAN que no están pagando sus cuentas”. Minutos después matizó que “si cumplen con sus obligaciones hacia nosotros, entonces sí”. En todo caso, la ambigüedad de la respuesta ha provocado inquietud ante la posibilidad de que, a la hora de la verdad, la Administración Trump abandone a su suerte a estas pequeñas naciones.
Aquí el temor a la vecina Rusia es real, y va en aumento, especialmente después de la anexión de Crimea y la crisis en Ucrania. Letonia y Lituania tienen los presupuestos militares que más rápido han crecido en el mundo desde 2014, según la consultora de defensa IHS Jane's. La sensación de amenaza se ha incrementado aún más desde que el pasado otoño Moscú desplegase misiles balísticos Iskander en el enclave ruso de Kaliningrado, entre Lituania y Polonia.
Pero, conscientes de que ninguno de los tres países tendría la más mínima oportunidad frente al ejército ruso (las fuerzas armadas de Estonia, por ejemplo, apenas tienen 6.000 miembros), los Gobiernos bálticos han optado por desarrollar estrategias de defensa que impliquen a la población. Los tres países cuentan con Ligas de Defensa Civil de unos pocos miles de miembros. La más numerosa, la de Estonia, que cuenta con 25.400 voluntarios, organiza entrenamientos cada fin de semana en los que sus miembros -trabajadores, amas de casa, adolescentes y, en suma, personas normales- aprenden técnicas de supervivencia, identificación de vehículos militares rusos e incluso fabricación de explosivos improvisados. Además, las autoridades han distribuido miles de rifles de asalto AK-4 entre la población civil.
“La mejor disuasión no son solo los soldados armados, sino también los ciudadanos armados”, explicó recientemente el General de Brigada Meelis Kiili, comandante de la Liga de Defensa estonia, en una entrevista con el diario “The New York Times”. “La actividad guerrillera debería empezar en un territorio ocupado justo después de la invasión. Si quieres defender tu país, te entrenamos y proporcionamos las condiciones para hacerlo de la mejor manera posible”, indicó.
"La situación se ha deteriorado"
Lituania ha reintroducido el servicio militar obligatorio, y ha editado una guía de 75 páginas explicando a los ciudadanos qué hacer en caso de una invasión rusa. Y este temor no se limita a los países bálticos: Polonia ha organizado talleres de autodefensa para mujeres que puedan servir como base para crear una “cultura de la defensa” en el país. A mediados de diciembre, el Gobierno de Suecia envió avisos a las autoridades locales para que estén equipadas para lidiar con “posibles situaciones de guerra”, en el marco de la llamada “Estrategia de Defensa Total”.
“La situación de seguridad en nuestra región se ha deteriorado y por lo tanto debemos prepararnos en términos de guerra y conflicto”, ha declarado Magnus Dyberg-EK, director de la Agencia de Contingencias Civiles. “Esta estrategia no es nueva. La usamos durante la Guerra Fría y ahora reforzará la coordinación en materia de defensa civil”, indicó. El año pasado, el país destinó 6.200 millones de coronas adicionales (casi 654 millones de euros) a mejorar sus capacidades de defensa antes del 2020.
“Tenemos que estar preparados y ser miembros activos de la OTAN. Pero no porque nos estemos preparando para la guerra, sino al contrario: para mostrar que si Rusia decide intentar algo, para ellos tendrá un coste importante. Esa es la estrategia de los países bálticos”, afirma Andis Kudors, director del Centro de Estudios sobre Política de Europa del Este, radicado en Riga.
Algunos analistas han especulado con la posibilidad de que Rusia trate de agitar a las minorías de los países bálticos (rusas, en el caso de Estonia y Letonia; polacas, en el de Lituania) para generar situaciones de inestabilidad que permitan debilitar a los miembros de este flanco de la OTAN. Según ha constatado El Confidencial, es un escenario que los ejércitos de Lituania y Estonia se toman muy en serio.
Otros expertos como Kudors no lo consideran muy probable. “Los paísesbálticos hemos aprendido la lección. Vimos lo que sucedió en Ucrania, y estamos preparados contra amenazas híbridas. Aquí no sería tan fácil poner en marcha una operación híbrida como la que se implementó allí”, señala Kudors. “OK, una parte de la minoría rusa no está feliz con el Gobierno de Letonia, pero tampoco lo está parte de la sociedad letona. Eso no es necesariamente terreno abonado para el separatismo o la revolución”, dice a El Confidencial.
Un soldado portugués vigila un F-16 y un Eurofighter Typhoon de la fuerza aérea española durante su participación en la misión rotatoria de la OTAN en el Báltico, en Siauliai, Lituania, en mayo de 2016 (Reutes)
Cumpliendo la regla del 2 por ciento
En todo caso, el gasto conjunto de los tres países bálticos en material militar ha pasado de 210 millones de dólares en 2014 a los 390 millones en 2016. El año pasado, el porcentaje del PIB de Letonia dedicado a defensa subió del 1,4 al 1,7%, y está previsto que para 2018 alcance el 2% que la OTAN exige como condición para formar parte de la Alianza, un requisito que muchos países no cumplen. Pero los estados bálticos no quieren que esto pueda servir como excusa para la inacción estadounidense llegado el caso.
“Estamos interesados en la presencia continuada de tropas estadounidenses en Lituania, dado que es uno de los elementos clave de nuestra seguridad”, declaró el ministro de defensa lituano, Raimundas Karoblis, tras la firma del acuerdo con el Pentágono. Aunque el número de combatientes extranjeros de la OTAN es relativamente pequeño, las capitales bálticas los consideran una importante garantía de defensa mutua. “Si Rusia invadiese, si en el peor caso soldados extranjeros muriesen aquí, ¿cómo explicarían a sus propias sociedades que no están respondiendo?”, dice Kudors.
Por eso, este analista no cree que el relevo en la Casa Blanca vaya a afectar a los acuerdos entre las fuerzas armadas de los países implicados. “Sí, en Letonia hay nerviosismo por los mensajes de Trump. Pero uno de los aspectos era que teníamos que pagar nuestra parte, y estamos de acuerdo en que es nuestro deber. Letonia y Lituana van a dedicar el 2% del PIB a defensa, y Estonia ya lo está haciendo. Ni siquiera es una cifra enorme, es el mínimo posible”, comenta.
“Supongo que en los próximos meses Letonia y los otros países bálticos van a hacer 'lobby' intensamente en Washington DC., para conseguir la ayuda de algunos congresistas. Muchos republicanos, y también bastantes demócratas, nos apoyan”, dice Kudors. Un respaldo que ha sido confirmado por numerosas figuras políticas de alto nivel a las autoridades y los ejércitos de todos los miembros de la Alianza en la región, pase lo que pase. “Creo que el compromiso seguirá siendo fuerte”, opina. “Puede que el vínculo se debilite debido a las acciones de Trump, pero no se romperá”.
Pero mientras tanto, por si acaso, los tres países prefieren estar preparados. “No queremos hacer frente a situaciones como las de Crimea o el Donbas, en las que algo te pilla por sorpresa. Vivimos una situación en la que no podemos excluir nada”, afirmó el secretario del Ministerio de Defensa de Letonia, Janis Garisons, en una entrevista con Deutsche Welle el pasado noviembre. Todos ellos parecen haber hecho suya la vieja máxima latina, 'Si vis pacem, para bellum': “Si quieres paz, prepárate para la guerra”.
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