El ejército del régimen sirio está empleando estos tanques con notable éxito, "como una motosierra sobre mantequilla", en palabras de un analista
(Foto: Vitaly V. Kuzmin)
Autor
Pepe Cervera
22.02.2016 – 05:00 H. - Actualizado: 4 H.
Hace unos pocos meses, en Siria, el ejército de Bashar al Asad estaba en las últimas incluso contando con el apoyo de sus aliados iraníes y de las fuerzas de Hezbolá; y entonces llegó la aviación rusa. La intervención de los aviones de ataque al suelo enviados por Putin detuvo los avances de las diferentes fuerzas contrarias al régimen sirio que estaban acorranlando a sus tropas en la franja occidental del país.
Pero en las últimas semanas la situación ha dado un serio vuelco, esta vez a favor de Asad: sus tropas han pasado a la ofensiva tanto en el norte, en Aleppo, como en el sur, en los alrededores de Raqqa. En ambos frentes parecen estar avanzando con la contundente ayuda de sus nuevos carros de combate de fabricación rusa y de última generación: los T-90. El ejército del régimen sirio está empleando estos tanques con notable éxito, "como una motosierra sobre mantequilla", en palabras de un analista. Pero ¿qué tiene el T-90 para causar tan desmedido efecto en el campo de batalla sirio? La clave son los misiles antitanque de la oposición, y su actual irrelevancia.
Al ejército sirio no le faltan carros de combate, desde venerables (aunque modernizados) T-55 hasta T-72s además de vehículos de combate de infantería como los BMP-2s, antiaéreos como los ZSU-23-4 Shilka o transportes de personal de ruedas como los BTR-82A. Pero lo que han recibido ahora son carros T-90 de las últimas variantes, quizá las que usa el propio ejército ruso, donde forma la espina dorsal de sus fuerzas acorazadas. Y esa es la diferencia: se trata de un hueso muy duro de roer.
Un T-90 en los alrededores de Aleppo
(Foto: Vitaly V. Kuzmin)
Autor
Pepe Cervera
22.02.2016 – 05:00 H. - Actualizado: 4 H.
Hace unos pocos meses, en Siria, el ejército de Bashar al Asad estaba en las últimas incluso contando con el apoyo de sus aliados iraníes y de las fuerzas de Hezbolá; y entonces llegó la aviación rusa. La intervención de los aviones de ataque al suelo enviados por Putin detuvo los avances de las diferentes fuerzas contrarias al régimen sirio que estaban acorranlando a sus tropas en la franja occidental del país.
Pero en las últimas semanas la situación ha dado un serio vuelco, esta vez a favor de Asad: sus tropas han pasado a la ofensiva tanto en el norte, en Aleppo, como en el sur, en los alrededores de Raqqa. En ambos frentes parecen estar avanzando con la contundente ayuda de sus nuevos carros de combate de fabricación rusa y de última generación: los T-90. El ejército del régimen sirio está empleando estos tanques con notable éxito, "como una motosierra sobre mantequilla", en palabras de un analista. Pero ¿qué tiene el T-90 para causar tan desmedido efecto en el campo de batalla sirio? La clave son los misiles antitanque de la oposición, y su actual irrelevancia.
Al ejército sirio no le faltan carros de combate, desde venerables (aunque modernizados) T-55 hasta T-72s además de vehículos de combate de infantería como los BMP-2s, antiaéreos como los ZSU-23-4 Shilka o transportes de personal de ruedas como los BTR-82A. Pero lo que han recibido ahora son carros T-90 de las últimas variantes, quizá las que usa el propio ejército ruso, donde forma la espina dorsal de sus fuerzas acorazadas. Y esa es la diferencia: se trata de un hueso muy duro de roer.
Un T-90 en los alrededores de Aleppo
Las características del T-90
El T-90, apodado Vladimir, es una versión muy modernizada del T-72 diseñado por la Unión Soviética en los años 80 como tanque de explotación, es decir, no para romper la línea enemiga sino para aprovechar las rupturas realizadas bien por otros carros más potentes (como los T-62/64 y los T-80), bien por medio de armas nucleares tácticas (para lo cual estaba forrado de protección antirradiación interna).
Se trata de un tanque de peso medio (ronda las 40 toneladas frente a las 60 o más de sus rivales occidentales), con un blindaje relativamente poco resistente y un motor diésel de 1.000 caballos capaz de proporcionarle bastante agilidad, y con sistemas electrónicos y de control de fuego de segunda clase. El T-72 se usó y exportó a multitud de países (como Siria) y fue recibiendo mejoras de armamento (nuevo cañón), blindaje (sistemas de blindaje reactivo Kontakt) y sistemas hasta que su versión BU-2 fue aceptada para el servicio en el ejército ruso en 1992 al mismo tiempo que se cambiaba su nombre a T-90. Desde entonces es el carro de combate principal del ejército ruso.
El T-72 se usó y exportó a multitud de países y ricibió mejoras de armamento, blindaje y sistemas hasta que fue aceptado en el ejército ruso en 1992
La historia de su aceptación en el servicio ruso es compleja y pasa por la creación de varias versiones de exportación como la T-90S Bhishma para el ejército indio, que cuenta con algunos sistemas de fabricación europea, estadounidense o israelí. La principal diferencia del T-90A original que recibió el ejército ruso con su antepasado T-72 era una nueva dirección de tiro, más eficaz, basada en la desarrollada para el T-80. Y por supuesto su sistema de autoprotección en tres capas: el verdadero valor diferencial del T-90 en todas sus versiones que lo hace muy peligroso (para unos) y valioso (para otros) en la guerra en Siria.
Triple protección ante el enemigo
Todas las versiones del T-90 tienen una triple protección ante los disparos del enemigo. En primer lugar llevan un blindaje compuesto para proteger su casco y torreta con múltiples capas de acero balístico, cerámicas especiales y un recubrimiento antiesquirlas en el interior. El grosor de este blindaje pasivo es relativamente reducido pero su composición y geometría aseguran una protección razonable ante esquirlas, armas ligeras y munición antitanque de tipo cinético (APFSDS, Armoured Piercing Fin-Stabilised Discarding Sabot, proyectil perforador de blindaje estabilizado por aletas con casquillo desechable) y de carga hueca (HEAT, High Explosive Anti Tank, alto explosivo antitanque), que son los más habituales en proyectiles contra blindados y misiles antitanque. Los avances en este tipo de munición, sin embargo, hacen que defenderse sólo con materiales y geometría resulte hoy en día imposible sin un grosor y peso desproporcionados.
Por eso el T-90 lleva otros dos niveles de protección, uno activo y otro, un paraguas de detección y reacción rápida. La protección activa es un blindaje reactivo (ERA, Explosive Reactive Armour, blindaje reactivo explosivo) de la familia Kontakt, bien la versión 5, bien la más avanzada conocida como Relikt. El blindaje reactivo actúa sobre las fuerzas desatadas por el proyectil atacante al intentar penetrar en el vehículo.
Para evitarlo, se intenta neutralizar esas fuerzas, en la mayoría de las ocasiones por medio de explosivos: una explosión para derrotar la punta de lanza atacante. Se trata de módulos explosivos que detonan al recibir el impacto de un proyectil atacante: la explosión destruye físicamente el elemento penetrador de las municiones APFSDS o bien desordena el chorro de plasma si se trata de una munición HEAT de carga hueca, lo que aumenta el grosor eficaz del blindaje.
(Vitaly V. Kuzmin - Wikimedia Commons)
Como desventajas el blindaje reactivo aumenta el peso del vehículo y es ineficaz ante dos ataques en el mismo punto, ya que una vez detonada la carga no puede volver a funcionar. Por eso los misiles antitanque de carga hueca actuales llevan ojivas dobles: una primera que detona el blindaje reactivo y una segunda que se encarga de perforar la coraza.
Las versiones avanzadas de la familia Kontact que lleva el T-90 son una serie de cajas soldadas sobre el blindaje convencional que se rellenan con elementos explosivos. Esto le da a la torre del tanque su aspecto característico y hace que sea una protección recargable: una vez gastada en un impacto se puede reemplazar el explosivo interior. El casco, el techo de la torre y los faldones que cubren las orugas tienen sus propios receptáculos soldados, por lo que están protegidos.
Entre la avanzada metalurgia del blindaje pasivo y la efectividad del blindaje reactivo se considera que los T-90 son más o menos invulnerables a casi cualquier tipo de munición antitanque disparada por otro carro de combate, desde el aire (avión, helicóptero) o por la infantería (misiles antitanque). Sólo las variantes más avanzadas de munición tienen alguna posibilidad de penetración. Todo el sistema añade tan sólo 1.500 kilos al peso total del tanque.
Las variantes rusas del T-90 tienen aún otra coraza: una, capaz de detectar la mayoría de los sistemas de puntería que se emplean contra carros de combate
Las variantes rusas del T-90 (aunque no la vendida a la India) tienen aún otra coraza, esta invisible: el sistema de detección de amenazas y contramedidas Shtora-1 (cortina), capaz de detectar la mayoría de los sistemas de puntería que se emplean contra carros de combate y de interferir y cegar la electrónica del atacante. Shtora-1 dispone de dos flashes infrarrojos (a ambos lados del cañón principal), cuatro detectores de láser distribuidos por la coraza y lanzadores de botes de humo.
Cuando detecta que el carro está siendo apuntado con un láser de guiado de misiles alerta a la tripulación y orienta la torreta hacia la amenaza para que los flashes confundan el sistema de guía y disparar contra el atacante. En caso necesario puede lanzar botes de humo diseñados para confundir los sistemas de seguimiento. Shtora-1 puede actuar en automático durante 6 horas.
La combinación de estas tres capas de protección hacen al T-90 extremadamente difícil de destruir a distancia. En pruebas efectuadas en los años 90 en Alemania con T-72s adquiridos en la unificación, los misiles anticarro occidentales resultaron incapaces de penetrar el blindaje. Pruebas rusas en 1999 sobre los primeros T-90A con ERA tipo Kontakt-5 demostraron su invulnerabilidad. Y en operaciones de combate en el Cáucaso hay testimonios de un T-90 encajando hasta 7 impactos de granadas antitanque RPG sin dejar de luchar.
Todas las versiones del T-90 tienen una triple protección ante los disparos del enemigo. En primer lugar llevan un blindaje compuesto para proteger su casco y torreta con múltiples capas de acero balístico, cerámicas especiales y un recubrimiento antiesquirlas en el interior. El grosor de este blindaje pasivo es relativamente reducido pero su composición y geometría aseguran una protección razonable ante esquirlas, armas ligeras y munición antitanque de tipo cinético (APFSDS, Armoured Piercing Fin-Stabilised Discarding Sabot, proyectil perforador de blindaje estabilizado por aletas con casquillo desechable) y de carga hueca (HEAT, High Explosive Anti Tank, alto explosivo antitanque), que son los más habituales en proyectiles contra blindados y misiles antitanque. Los avances en este tipo de munición, sin embargo, hacen que defenderse sólo con materiales y geometría resulte hoy en día imposible sin un grosor y peso desproporcionados.
Por eso el T-90 lleva otros dos niveles de protección, uno activo y otro, un paraguas de detección y reacción rápida. La protección activa es un blindaje reactivo (ERA, Explosive Reactive Armour, blindaje reactivo explosivo) de la familia Kontakt, bien la versión 5, bien la más avanzada conocida como Relikt. El blindaje reactivo actúa sobre las fuerzas desatadas por el proyectil atacante al intentar penetrar en el vehículo.
Para evitarlo, se intenta neutralizar esas fuerzas, en la mayoría de las ocasiones por medio de explosivos: una explosión para derrotar la punta de lanza atacante. Se trata de módulos explosivos que detonan al recibir el impacto de un proyectil atacante: la explosión destruye físicamente el elemento penetrador de las municiones APFSDS o bien desordena el chorro de plasma si se trata de una munición HEAT de carga hueca, lo que aumenta el grosor eficaz del blindaje.
(Vitaly V. Kuzmin - Wikimedia Commons)
Como desventajas el blindaje reactivo aumenta el peso del vehículo y es ineficaz ante dos ataques en el mismo punto, ya que una vez detonada la carga no puede volver a funcionar. Por eso los misiles antitanque de carga hueca actuales llevan ojivas dobles: una primera que detona el blindaje reactivo y una segunda que se encarga de perforar la coraza.
Las versiones avanzadas de la familia Kontact que lleva el T-90 son una serie de cajas soldadas sobre el blindaje convencional que se rellenan con elementos explosivos. Esto le da a la torre del tanque su aspecto característico y hace que sea una protección recargable: una vez gastada en un impacto se puede reemplazar el explosivo interior. El casco, el techo de la torre y los faldones que cubren las orugas tienen sus propios receptáculos soldados, por lo que están protegidos.
Entre la avanzada metalurgia del blindaje pasivo y la efectividad del blindaje reactivo se considera que los T-90 son más o menos invulnerables a casi cualquier tipo de munición antitanque disparada por otro carro de combate, desde el aire (avión, helicóptero) o por la infantería (misiles antitanque). Sólo las variantes más avanzadas de munición tienen alguna posibilidad de penetración. Todo el sistema añade tan sólo 1.500 kilos al peso total del tanque.
Las variantes rusas del T-90 tienen aún otra coraza: una, capaz de detectar la mayoría de los sistemas de puntería que se emplean contra carros de combate
Las variantes rusas del T-90 (aunque no la vendida a la India) tienen aún otra coraza, esta invisible: el sistema de detección de amenazas y contramedidas Shtora-1 (cortina), capaz de detectar la mayoría de los sistemas de puntería que se emplean contra carros de combate y de interferir y cegar la electrónica del atacante. Shtora-1 dispone de dos flashes infrarrojos (a ambos lados del cañón principal), cuatro detectores de láser distribuidos por la coraza y lanzadores de botes de humo.
Cuando detecta que el carro está siendo apuntado con un láser de guiado de misiles alerta a la tripulación y orienta la torreta hacia la amenaza para que los flashes confundan el sistema de guía y disparar contra el atacante. En caso necesario puede lanzar botes de humo diseñados para confundir los sistemas de seguimiento. Shtora-1 puede actuar en automático durante 6 horas.
La combinación de estas tres capas de protección hacen al T-90 extremadamente difícil de destruir a distancia. En pruebas efectuadas en los años 90 en Alemania con T-72s adquiridos en la unificación, los misiles anticarro occidentales resultaron incapaces de penetrar el blindaje. Pruebas rusas en 1999 sobre los primeros T-90A con ERA tipo Kontakt-5 demostraron su invulnerabilidad. Y en operaciones de combate en el Cáucaso hay testimonios de un T-90 encajando hasta 7 impactos de granadas antitanque RPG sin dejar de luchar.
Pequeño y difícil de ver
El grado de protección puede ser incluso aumentado montando un sistema de protección activa como el Arena (en acción en este vídeo), capaz de destruir misiles antes de que impacten, aunque los vehículos que han sido vistos en Siria no parecen llevarlo. El T-90 no es completamente invulnerable, pero goza de un elevado grado de protección. Las minas que lo atacan en su relativamente desprotegida parte inferior son su gran debilidad.
Además el T-90 cuenta con otras fortalezas. Su tamaño relativamente pequeño y su perfil bajo dificultan verlo y apuntar en su dirección en el campo de batalla, gracias en buena parte al cargador automático que permite que su tripulación sea tan sólo de 3 hombres. Esta característica la heredó del T-72, pero el autocargador del T-90 fue mejorado; lleva 22 proyectiles de diferentes tipos listos para disparar en un carrusel. El comandante o el tirador seleccionan el tipo de proyectil y el cargador automático lo coloca y añade el propelente en un ciclo de 8 a 10 segundos. Además se pueden llevar otros 20 proyectiles almacenados en un soporte externo a la torre para evitar detonaciones secundarias. La recarga del carrusel, sin embargo, es lenta, manual y trabajosa, ya que hay que codificar los proyectiles uno a uno.
El carro ruso está armado con un cañón de 125 mm y ánima lisa que le permite disparar una gran variedad de proyectiles de varios tipos (fragmentación, antitanque de tipos HEAT y APDFS) y también misiles antiblindados guiados por láser 9M119M Refleks con un alcance de hasta 6 km y doble carga hueca además de una limitada capacidad contra helicópteros. La versión del cañón que equipa el T-90 es la más avanzada de su tipo del arsenal ruso, cromada en el interior y con su vida útil extendida hasta superar los 1.500 disparos a carga completa; además el cañón puede reemplazarse con ayuda de una grúa en poco más de dos horas.
El sistema de puntería es diurno/nocturno con cámara térmica y estabilizado e incluye un telémetro láser; en pruebas efectuadas en Rusia consiguió una elevada probabilidad de blanco al primer impacto con el carro en movimiento hasta a 1.500-3.000 metros. El T-90 además cuenta con dos ametralladoras, una coaxial de 7,62 mm y otra de 12,7 mm en una torre teledirigida desde el interior cuya función es principalmente antiaérea. Las últimas versiones del ejército ruso (T-90AM) disponen de sistemas de navegación y comunicaciones avanzados.
Ágil y fácil de maniobrar
En cuanto a movilidad el motor diésel sobrealimentado tiene 12 cilindros en V y alcanza de 850 a 1.200 CV dependiendo de la variante; puede usar varios combustibles (gasoil, jet fuel, etc) determinado por un selector por el conductor. Con esta planta motora y su transmisión manual de 7 marchas puede alcanzar con facilidad los 60 km/h en carretera y hasta 45 km/h campo a través: la amortiguación de barras de torsión y sus eficaces orugas lo hacen muy ágil y maniobrero. La relación potencia-peso hace que sea capaz de subir zanjas de más de 1,20 m de altura, y el tronco que lleva en la parte posterior sirve como ayuda en caso de quedar embarrado.
El vehículo cuenta con una pala excavadora que le permite erigir barreras para camuflarse y protegerse. Muy significativamente el T-90 dispone de un sistema de aire acondicionado para climas cálidos, bastante mejor que los ventiladores individuales de sus antecesores los T-72. La ergonomía de la tripulación es correcta, y existe un sistema antincendios automático e incluso una trampilla de escape en el suelo. Significativamente, su conducción y uso no son muy diferentes del T-72, por lo que los soldados sirios no deben tener problemas en usarlos.
La potencia de fuego de su cañón junto a su velocidad, agilidad y electrónica hacen del T-90 un enemigo formidable. Pero la principal razón por la que está haciendo mella en Aleppo y Raqqa es su triple coraza: el ejército sirio no conseguía progresar en estos frentes por la vulnerabilidad de sus T-55 y T-72 a los misiles anticarro que proliferan entre los grupos rebeldes (que han recibido más de 9.000 equipos durante la guerra).
Misiles rusos como los Konkurs, Metis-M o Fagot, o incluso los modernos y temibles Kornet; pero también lanzacohetes M-79 de fabricación yugoslava, RPG-29 ex-soviéticos o los misiles occidentales Milan francoalemanes y sobre todo TOW estadounidenses con los que algunas naciones como Arabia Saudí y los emiratos del golfo han armado a los insurgentes detenían en seco los ataques acorazados del ejército de Asad. Como demuestran las muchas imágenes de tanques destruidos que hay en las redes sociales; se dice que una condición de algunas entregas de armas es filmar y publicar el uso de cada misil empleado.
La cuestión es que los T-90 son poco menos que invulnerables ante estos misiles: cualquier equipo anticarro que intente atacar uno de ellos tiene muchas posibilidades de fracasar y lo que es peor, casi todas las papeletas de recibir un cañonazo. Con toda probabilidad el ejército sirio los está usando como punta de lanza para destruir los cazacarros y dejando la explotación y limpieza para los T-55 y T-72 apoyados por BMP-2s. Carentes de munición anticarro moderna, los insurgentes tienen muy poco que hacer contra estas bestias acorazadas. A no ser que sus patrocinadores consigan hacer llegar armas de última generación a los rebeldes los T-90 serán capaces, casi por sí solos, de darle la vuelta a la guerra de Siria.
http://www.elconfidencial.com/tecnologia
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