Moscú.
Aunque Moscú lo niega, las informaciones sobre una posible intervención armada rusa en Siria para impedir que el Estado Islámico (EI) derroque a Bashar el-Asad son cada vez más insistentes. Fuentes de la Inteligencia estadounidense, citadas en la edición del sábado del diario británico 'The Telegraph', aseguran que el Ejército ruso habría comenzado el despliegue de una segunda base en el país árabe. En Latakia, a orillas del mar Mediterráneo. A 85 kilómetros más al sur, en Tartús, ya tiene una base naval.
'The Telegraph' informa de que unidades rusas se han hecho cargo de un aeródromo en Latakia, en donde han puesto en funcionamiento una torre de control aéreo y están instalando barracones prefabricados con capacidad para albergar hasta 1.000 soldados. Moscú ha solicitado, además, permiso a varios países de tránsito para que aviones de carga militares puedan sobrevolar sus espacios aéreos sin impedimentos durante el mes de septiembre.
El Ejército sirio facilitó la semana pasada un vídeo de combates cerca de Latakia, la provincia de mayoría Alauí de donde proceden tanto Bachar Al-Asad como su familia, en la que participaron fuerzas militares rusas. En las imágenes se ve un avión y un blindado BTR-82A, ambos de fabricación rusa. Informaciones similares fueron publicadas en el rotativo israelí 'Yedioth Ahronoth'.
El secretario de Estado norteamericano, John Kerry, telefoneó el sábado a su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, para expresar su preocupación y pedir explicaciones. Un responsable del Departamento de Estado declaró a la prensa que, si se confirmase que efectivamente Moscú está reforzando su presencia militar en Siria, «podría agravarse aún más el conflicto y provocar la pérdida de más vidas inocentes, un aumento del flujo de refugiados y un riesgo de confrontación con la coalición contra el Estado Islámico que opera en Siria».
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