La Ciudad del Deporte en Doha (Qatar) vista desde el satélite Deimos-2.
El satélite Deimos-2 está ya tomando fotografías de la superficie de la Tierra, con altísima resolución, a los pocos días de ser puesto en órbita, el pasado 19 de junio. El logro tecnológico es notable, pero el nuevo artefacto espacial destaca también por su origen: es un satélite diseñado e integrado en España (en Puertollano, Ciudad Real) por una empresa española volcada en ingeniería aeroespacial que comercializa sus resultados y es pionera en el mercado privado de este sector a escala europea. No es el primer satélite español operativo de observación de la Tierra y desarrollado al margen de organismos públicos, sino el segundo, ya que la misma compañía Elecnor Deimos opera, desde 2009, su primer aparato en órbita, el Deimos-1, de menores prestaciones que el nuevo, pero que ha proporcionado para esta empresa de I+D suficiente experiencia y rentabilidad comercial como para embarcarse en una segunda versión más avanzada.
El Deimos-2 es capaz de tomar imágenes del suelo con una resolución de 75 centímetros. "Sólo hay media docena de satélites (civiles) en el mundo con esta resolución y todos más o menos gubernamentales (excepto dos o tres en Estados Unidos que son de empresas privadas)", recalca Miguel Belló Mora, director de Elecnor Deimos y fundador de la empresa. El artefacto está diseñado para funcionar en el espacio siete años como mínimo y su coste asciende a 60 millones de euros (cien millones sumando las operaciones hasta 2019).
Las aplicaciones de estos satélites son múltiples y en expansión: seguimiento de cultivos desde el espacio (incluyendo humedad del suelo, requerimientos de riego y nutrientes de las parcelas agrícolas), vigilancia de incendios forestales, seguimiento de deforestación, desertificación y deshielo, estimaciones de daños por inundaciones y prevención de las mismas, efectos de maremotos, erupciones volcánicas o corrimientos de tierra, cartografía y control urbanístico, pero también control de fronteras o lucha contra la piratería marítima. Los clientes de estos productos de teledetección de Deimos son, por ahora, sobre todo organismos públicos, como el Departamento de Agricultura estadounidense o de la UE, y del sector de seguros, recalcan los responsables de la empresa. "El Deimos-1 es capaz de ver detalles de 20 metros, mientras que la resolución del Deimos-2, con 75 centímetros, lo que significa es que se distinguen en sus imágenes, por ejemplo, los árboles uno por uno, olivos individuales, con lo que nos abre un mercado nuevo", explica Belló Mora.
Al espacio en un antiguo misil
Decenas de misiles balísticos intercontinentales rusos en desuso están siendo comercializados como lanzadores Dnepr para colocar satélites en órbita. El Deimos-2 viajó al espacio en uno de estos artefactos fabricados hace 30 años con fines bélicos. El cohete, de 35 metros de altura y tres de diámetro, y con 39 satélites alojados en la punta, despegó en la base militar de Yasny (Rusia) desde el silo semienterrado en el que se alojan estas armas, en lugar de utilizar una plataforma de lanzamiento como los cohetes convencionales. Los ingenieros rusos y ucranios han adaptado estos misiles sustituyéndoles la carga explosiva y adaptando el sistema de guiado a la nueva función. No se están fabricando más, pero Roskosmos están sacando al mercado los existentes.
El Deimos-2, de 300 kilos, era el mayor satélite en el lanzamiento del día 19, y había aparatos de varios países, incluidos 22 pequeños satélites denominados Cubesat de unos 10 centímetros. En total, casi mil kilos de masa y cada uno pagó en proporción a su peso la cifra total de 25 millones de euros (Deimos-2 pagó siete millones por el pasaje). La empresa española también eligió un Dnepr de tres etapas en 2009 para la inyección en órbita de su Deimos-1, aprovechando el buen precio que ofrece el consorcio ruso-ucranio.
La empresa Deimos arrancó en 2001 como una cooperativa de 23 ingenieros aeronáuticos con experiencia en el sector espacial, sobre todo en proyectos de la Agencia Europea del Espacio (ESA). Poco después entró Elecnor como accionista con el 50,5% del capital y la sede, con los años, pasó de ser un piso bajo en Tres Cantos (Madrid) a un edificio en el polígono tecnológico de ese distrito de Madrid donde ahora trabajan 250 personas, el 90% de las cuales son ingenieros (aeronáuticos, telecomunicaciones, industriales y de software), físicos y matemáticos, con una edad media que no llega a los 30 años, explica su director. Con vistas a la expansión de las actividades, tras el lanzamiento del primer satélite (el Deimos-1, en 2009), que exigía unas inversiones que los accionistas individuales por sí solos no podían asumir, Deimos pasó a ser ciento por ciento de Elecnor, aún con sus 23 socios fundadores directamente implicados en la gestión y producción. Paralelamente ha ido produciéndose la expansión internacional abriendo oficinas en Portugal (desde 2003) con 40 ingenieros, así como en Reino Unido y Rumania, ambas en 2013. El centro de operaciones del primer satélite, con 40 expertos trabajando, está en Valladolid, aprovechando la colaboración de los expertos de la universidad local.
"Elecnor es una empresa eminentemente innovadora", señaló Javier Martínez de Irujo, presidente de Elecnor Deimos, poco antes del lanzamiento del segundo satélite. Agradeció, además, el apoyo recibido de las Administraciones tanto central como autonómica "en estos tiempos complicados de crisis". Elecnor Deimos se ha instalado en Puertollano precisamente por las facilidades recibidas de la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha y aprovechando el plan Miner (Ministerio de Industria) de reconversión de la minería a nuevos sectores de componente tecnológico.
El Deimos-1 lleva cinco años funcionando y sus responsables, dado el buen estado que tiene pese a haber cumplido su periodo de operaciones, consideran que puede seguir trabajando otros cinco más. ¿Es rentable? "Hemos ganado dinero con el Deimos-1, hemos demostrado que la operación de un satélite privado de este tipo es rentable", responde Belló Mora. La idea del primer satélite surgió "porque llevábamos mucho tiempo trabajando en proyectos de observación de la Tierra de la ESA", recuerda el director de Elecnor Deimos. "No nos habríamos metido en esto sin esa experiencia, pero vimos un mercado nuevo, emergente, que está creciendo al 10% anual: es menos de lo que se esperaba hace unos años, pero está creciendo de modo estable", y recuerda que Google acaba de adquirir la empresa Slybox que acaba de lanzar un satélite desarrollado en Silicon Valley, que es "inferior al Deimos-2 por sus características", y ha pagado 500 millones de dólares.
Las instalaciones de Puertollano se centran en el control del nuevo satélite, la recepción de los datos y el tratamiento de los mismos para ofrecer al cliente el producto final elaborado, incluso las fotos interpretadas. Mientras tanto Elecnor Deimos busca también rentabilizar la sala de integración de satélites con la fabricación de plataformas en órbita, con especial foco en los organismos espaciales y empresas de países de América Latina y África.
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