(defensa.com) La Marina Rusa, o Voyenno-Morskoy Flot Rossiskoy Federatsii (literalmente, Flota Marítimo-Militar de la Federación Rusa), es la rama naval de las Fuerzas Armadas de la nación más extensa de la tierra y por ello debe cubrir las costas septentrionales de dos continentes, Europa y Asia, con bases en el Océano Glacial Ártico y el Pacífico, además de en los mares Báltico, Negro y Caspio. Ello hace que en su organización existan cuatro flotas y una Flotilla.
Así podemos distinguir la Flota del Norte, con Cuartel General en Severomorsk y diversas instalaciones y bases en el área de Murmansk, adonde llegaban los convoyes de socorro durante la SGM (II Guerra Mundial). La del Pacífico es la segunda en importancia y tiene la Comandancia en el lejano Vladivostok y sus instalaciones y bases en el área de Petropavlosk, en la península de Kamchatka. La del Báltico nació en el Arsenal de Kronstadt, próximo a San Petersburgo, y allí tiene su Cuartel General, pero la mayoría de los buques y unidades se encuentran en el enclave de Kaliningrado, en la antigua Prusia Oriental, cedida a la Unión Soviética por Alemania al acabar la SGM.
La razón de ubicar sus unidades en este apartado enclave radica en que las aguas de su puerto se encuentran libres de hielo durante el crudo invierno ruso, algo que no ocurre en San Petersburgo, que alberga la Jefatura de la Marina Rusa. En el Mar Negro, el Cuartel General y la Base Naval principal de la Flota ubicados en Crimea estaban hasta hace muy poco, de inquilinos del Gobierno ucraniano, situación ciertamente incómoda, que, mediante un hábil movimiento estratégico del presidente de Rusia, Vladimir Putin ha sido cambiada radicalmente. Por último está el cerrado Mar Caspio, otrora un lago soviético, al que tienen costa, además de Rusia, Azerbaiyán, Kazajstán, Turkmenistán e Irán.
Durante el Siglo XVIII, Crimea pasó en 1783 de las manos de los tártaros, súbditos del Imperio Otomano, a Catalina la Grande, emperadora de todas las Rusias, tras una serie de cruentas batallas, con decenas de miles de muertos. En el XIX, en 1853, tropas británicas, francesas e italianas invadieron la Península para frenar el avance de los ejércitos rusos, ante el desmoronamiento del Imperio Otomano. La ciudad de Sebastopol, sede de la Flota rusa del Mar Negro fue sitiada y conquistada en 1855, con la pérdida de miles de vidas humanas. Al firmarse el tratado de paz, la Península de Crimea volvió a manos rusas.
En el XX, y siguiendo la tradición de con cada siglo otra nueva guerra, la SGM devasta Crimea, al invadir en 1941 las tropas de Hitler la Península y poner sitio a Sebastopol, que resiste heroicamente diez meses, hasta julio de 1942, en que es ocupada por el Ejército alemán, que ha sufrido en el intento 170.000 bajas. Al acabar la contienda vuelve a la URSS, hasta que, en un capricho de Nikita Kruschev, a la sazón el hombre más poderoso de la Unión Soviética y heredero de Stalin, se regala a Ucrania. Poco imaginaba el primer secretario del Partido Comunista de la Unión Soviética, que su gratuita cesión de ese trozo de suelo ruso el 19 de febrero de 1954, y que algunos achacan a la euforia provocada por un exceso de vodka, iba a ser motivo de una importante crisis internacional sesenta años más tarde.
Efectivamente, esta donación gratuita, posiblemente para compensar las purgas estalinistas que él mismo había dirigido, era un regalo envenenado a la larga, pues la península de Crimea albergaba la base naval de Sebastopol, desde que fuese conquistada a sangre y chuchillo a sus defensores tártaros hace ahora poco más de 230 años. La Madre Patria Rusia, como la denominaban sus ciudadanos, siempre adoleció, pese a su enorme extensión de más de 17 millones de km2., de salidas libres al mar, pues cuenta con sólo dos puertos libres de hielos los 365 días del año, el ya nombrado de Kaliningrado, en el Báltico; y Sebastopol, en el Negro. Las extensas costas que dan al Océano Glacial Ártico se encuentran bloqueadas por enormes masas de hielo la mayor parte del año.
Su salida al Báltico fue ganada por Pedro I el Grande, creador de la Marina rusa, tras derrotar a los suecos y fundar, en 1703, San Petersburgo a orillas del Báltico, con el Arsenal Militar de Kronstadt incluido. Catalina la Grande prosiguió su obra, creando el príncipe Potemkin en 1783 la Base Naval y la ciudad de Sebastopol, sede de la Flota del Mar Negro desde entonces. La razón de escoger esta ubicación fue la posición geoestratégica dominante de la península de Crimea en el centro de ese Mar, con la llave del acceso al de Azov a través del Estrecho de Kerch y la excelente ría natural que conforma el puerto de Sebastopol, cerrado a los vientos dominantes, ideal para albergar una gran flota.
La situación antes de la crisis
Todos estos factores hicieron que a lo largo de los siglos se construyera un entramado naval e industrial, que dio cobijo durante estos 230 años de posesión rusa a 2.557 buques de guerra de diferentes tipos y desplazamientos. La cesión de Crimea a Ucrania en 1954 por Kruschev no tuvo impacto, ni en las instalaciones, ni en la Flota, ya que en ese momento Ucrania formaba parte de la URSS, al igual que Rusia. El problema vino cuando, el 8 de diciembre de 1991, los presidentes de Rusia, Ucrania y Bielorrusia firmaron el Tratado de Belovesh, por el que se disolvía la Unión Soviética, momento en que Crimea pasaba de facto a depender en todos los aspectos de Kiev.
La rémora radicaba en la gran Flota del Mar Negro soviética, amarrada en los muelles de la Base Naval de Sebastopol, además de otras instalaciones militares de menor entidad. Por ello, en 1992, el Soviet Supremo ruso declaró la nulidad de la transferencia de 1954 de Crimea a Ucrania y el 5 de mayo de ese mismo año el Soviet Supremo de Crimea proclamó la independencia y transformó la península en una República, tras la celebración de un referéndum el 2 de agosto, aprobando la constitución de Crimea. A pesar de esta decisión unilateral, el Gobierno de Kiev no cedió en mantener su autoridad sobre la península, por lo que su Parlamento anuló el 13 de mayo la declaración de independencia, aunque consintió en concederle la denominación de República Autónoma de Crimea.
Este cambio de denominación no arreglaba el intrusismo de los buques rusos (Chemomorsky Flot) en Sebastopol, por lo que fue necesario un acuerdo entre los presidentes de Rusia, Boris Yeltsin, y Ucrania, Leónidas Kravchuk, que permitiera que los buques de la Flota soviética permaneciesen en sus bases de la península de Crimea hasta que, en mayo de 1997, ambas naciones firmaron el Tratado de Partición en el que, a cambio de reconocer la nuevas fronteras, se dividía la ex Flota soviética entre Rusia y Ucrania, en una proporción de 80/20, respectivamente, permitiendo Kiev que la recién formada Flota del Mar Negro rusa permaneciese en Sebastopol y en 77 instalaciones menores más hasta 2017.
El 21 de abril de 2010, un nuevo acuerdo, esta vez entre Putin y el depuesto Yanukovich, ampliaba el plazo 25 años, hasta 2042, con la posibilidad de una extensión de 5 adicionales, a cambio de una sustanciosa reducción del 30 por ciento en el precio del gas ruso en el siguiente decenio. Es de destacar que el Gobierno de Georgia, cuyo puerto de Poti había sido la base de 32 buques de la Flota Soviética del Mar Negro, reclamó igualmente su parte en el reparto de buques, sin que Moscú atendiese a sus demandas, si bien algo más tarde Kiev transfirió algunos patrulleros a la incipiente Marina georgiana.
La crisis de Crimea y la defección de las unidades navales ucranianas
En el momento de la partición de la Flota del Mar Negro, la otrora orgullosa y omnipresente Marina soviética había caído en picado, debido a la terrible crisis económica que sufrió la Federación Rusa al disolverse la URSS, dado que las Fuerzas Armadas habían perdido la preeminencia que hasta el momento les había concedido el Partido Comunista en el poder, atendiendo los nuevos líderes democráticos con sus presupuestos otras necesidades más imperiosas de la población. Si a esto le sumamos que era la cenicienta en comparación con el enorme Ejército y la poderosa Fuerza Aérea, cientos de buques de superficie y submarinos quedaron inmovilizados en sus lugares de atraque, dándose el caso de que alguno de ellos, faltos del más elemental mantenimiento, acabarían por hundirse en sus amarraderos, mientras que los diversos astilleros repartidos por las extensas costas permanecían inactivos por falta de financiación para proseguir con las nuevas construcciones que se encontraban en sus gradas.
Incluso algunas de sus mejores y más poderosas unidades fueron dadas de baja o transferidas, como el caso de los 3 portaviones de la Clase Kuznetsov, de los que se vendió uno a China y otro a la India. La recién creada Flota del Mar Negro no fue ajena a este desastre y, si bien es cierto que en el reparto Ucrania no salió beneficiada, al cederle las unidades menos modernas, en los siguientes quince años apenas recibiría alguna unidad nueva. Si a eso le añadimos que, de las cuatro Flotas mencionadas que posee la Marina rusa, la del Norte, Pacífico, Báltico y Mar Negro, ésta última –por razones de aislacionismo o dificultad de salir al exterior, ya que debe cruzar los estrechos turcos, acatando la Convención de Montreux de 1936, que impone severas restricciones al paso de buques de guerra– es la peor tratada, tanto cuantitativa, como cualitativamente en comparación con sus hermanas mayores.
Es cierto que existe una Flotilla en el Mar Caspio, considerada en último lugar, con tan sólo unas pocas unidades de entidad menor, del tipo patrullero y dragaminas, para patrullar ese cerrado mar. Una idea de ese pronunciado declive de la Marina rusa nos lo da el hecho que, cuando la disolución de la URSS en 1991, la Marina soviética tenía 170 submarinos nucleares, pero veinte años más tarde sólo conservaba 44, de los que tan sólo 24 estaban en disposición de hacerse a la mar e inmersión con cierta seguridad. La Flota del Mar Negro no fue ajena a esa disminución de unidades sumergibles, llegando a la década actual con tan sólo 2, uno de ellos de la Clase Kilo, el Alrosa, viejo conocido de la Armada Española, ya que entró en el puerto de Cartagena en mayo de 2011 para participar en el ejercicio de la OTAN de salvamento y rescate de submarinos Bold Monarch 2011.
El otro, más antiguo, pertenece a la clase Tango y está mucho más anticuado y posiblemente se encuentre inoperativo, como le ocurre al Aporizhzhya, de la Clase Foxtrot, que le tocó en el reparto a la Marina de Ucrania y cuyo estado de conservación dejaba bastante que desear, por lo que al arriar la bandera bicolor, el 19 de marzo, e izar la Cruz de San Andrés, tras la defección de la mayoría de su dotación, la rusa decidió que no invertiría un solo rublo en modernizarlo, por lo que posiblemente sea devuelto a Ucrania, dado que tiene 44 años en sus cuadernas. Entró en servicio en 1970 y la vida media de un sumergible se calcula en 30 años. No obstante, su dotación será incorporada a la Flotilla de Submarinos para embarcar en alguno de los 6 nuevos que se están construyendo para el Mar Negro.
No fue este el único caso de defección en la Marina ucraniana desde que se arriase definitivamente la bandera azul y amarilla del mástil del Cuartel General de su Flota en Sebastopol a las 6 de la mañana del día 18 de marzo, abandonando sus instalaciones minutos más tarde y de paisano tan sólo 30 de los marinos ucranianos allí destinados. Para tomar posesión de estas instalaciones se desplazó al Cuartel General el vicealmirante Alexander Vitkó, Comandante de la Flota del Mar Negro rusa, 15 minutos más tarde, permitiendo que sus antiguos ocupantes pudiesen salir libremente, sin ser molestados por los más de 800 manifestantes allí congregados.
A este arriado pacífico de la bandera bicolor siguió, el 21 de marzo, la de 54 de los 67 navíos de la Flota ucraniana desplegados en Crimea, siendo la fragata Guetman Sagaidachni, su buque insignia, el primero en ondear la Cruz de San Andrés, cuando regresaba de unas maniobras con la OTAN en el Golfo de Adén en el marco de la Operación Ocean Shield. Finalmente se izó la rusa en 189 unidades y dependencias militares, contabilizándose que, de los 18.000 efectivos de las FAS de Ucrania en Crimea, tan sólo 2.000 se mostraron dispuestos a trasladarse a territorio ucraniano, pasando el resto a formar parte de las tropas rusas de los tres ejércitos destacadas en la península. Con estas deserciones y cambios de bandera desaparecía prácticamente la Marina de esa nación, incrementándose en medio centenar de unidades la Flota del Mar Negro rusa.
Paralelamente a este cambio de pabellones, la Duma (Cámara Baja rusa) denunciaba por unanimidad los cuatro tratados que tenía con Ucrania y que garantizaban la presencia de la Flota del Mar Negro en la península de Crimea. Tres de ellos se remontaban a 1997 y estipulaban los parámetros de división de la Flota Soviética del Mar Negro entre Rusia y Ucrania en bases separadas, el estatus y las condiciones de la estancia de los buques rusos en ese territorio, así como los pagos de alquiler de las bases navales y el plazo durante el cual la Flota rusa podía permanecer en Crimea.
Hay que destacar que el 70 por ciento de la infraestructura e instalaciones de la Flota del Mar Negro rusa, se encuentran en la península de Crimea, con el 30 restante en la Base Naval de Novorossiisk, en suelo ruso. El cuarto acuerdo, firmado en 2010, era el que prolongaba los plazos 25 años más, hasta 2042. La denuncia de los cuatro se llevó a cabo después que Putin y los representantes crimeanos, firmasen el 18 de marzo el tratado de unión de la República Autonóma de Crimea con la Federación Rusa.
El resurgir de la Flota Rusa del Mar Negro
Tras la recuperación de la península de Crimea, la Marina rusa está dispuesta a remozar completamente la Base Naval de Sebastopol y la abandonada y semidestruida infraestructura de la península. El ministro de Defensa ruso, Serguei Shigu, visitó el 31 de marzo la zona, reuniéndose con las autoridades locales y los oficiales de la Flota del Mar Negro, así como con los oficiales ucranianos que decidieron pasar al servicio de Rusia. Según declaraciones del alcalde de Sebastopol, Alexi Chaly, la Flota en la época de la URSS era el mayor contribuyente de la ciudad y ahora el Ministerio de Defensa ruso será el inversor más importante de Sebastopol. Al recuperar en propiedad su antigua base, la Flota del Mar Negro será aumentada y los planes de modernización ya están en marcha.
Al quedar todas las instalaciones militares de la península en poder de las FAS rusas, la Marina ampliará su infraestructura con otras, como la Base Naval de Donuzlav y varias bases aéreas próximas ucranianas. Sin embargo, después de veinte años de control de este último país, todos sus acuartelamientos y bases necesitan reformas completas, dado el nulo mantenimiento realizado en todo este tiempo, por ausencia de inversiones en infraestructuras. En lo referente a nuevas unidades navales, un programa se encuentra ya en marcha, pues el 28 de noviembre fue botado en los astilleros del Almirantazgo de San Petersburgo el submarino Novorossiisk, de 3.100 ton., cabeza de serie del Proyecto 636.3, también conocido como clase Varshavianka y en la OTAN como Kilo III, que será asignado a la Flota del Mar Negro, al igual que los otros 5 de la misma serie que le seguirán.
Estos sumergibles están diseñados para la lucha antisubmarina y antisuperficie, al mismo tiempo que protegen las líneas de comunicación marítimas propias. Es importante señalar que la Marina rusa no tiene previsto desplegar los nucleares en el Mar Negro, ni tampoco le está permitido su tránsito a través de los estrechos turcos. Actualmente los astilleros del Almirantazgo en el Báltico finalizan la construcción de otros 2 submarinos de esta serie, el Rostov na Donu, cuya quilla se puso en noviembre de 2011, y el Stary Oskol, cuya construcción se inició en agosto de 2012. Los 6 del Proyecto 636.3 irán armados con 20 torpedos convencionales de 533 mm. y misiles de crucero antibuque Kalibr o Club-S, con un alcance de 1.200 a 1.500 km., que se lanzan a través de los seis tubos lanzatorpedos de la proa.
La cuarta unidad, Krasnodar, recibirá la quilla en mayo y con un intervalo de un año seguirán la quinta y sexta. A esta ampliación de la Flotilla de Submarinos continuará la modernización del buque insignia de la Flota del Mar Negro, el crucero Moskva, ex Slava, que data de 1979, pero el dato más importante es la construcción en el astillero Yantar, ubicado en el enclave de Kaliningrado (antigua Prusia Oriental), de 6 fragatas del Proyecto 11356, concebido por la oficina de Diseño Severnoye, igualmente con destino la Flota del Mar Negro. La primera de la serie, Almirante Grigorovich, fue botada el 14 de marzo de este año y la quilla se puso el 18 de diciembre de 2010; seguida de la Almirante Essen, el 8 de julio de 2011; el 29 de febrero de 2012, la Almirante Makarov; en julio de ese mismo año, la Almirante Butakov; y en noviembre de 2013, la Almirante Istomin, estando previsto para el segundo semestre de este año la puesta de quilla de la sexta y última fragata.
Estos buques de 3.850 ton. supondrán un salto cualitativo importantísimo en la operatividad de la Flota del Mar Negro, con un valor militar muy superior al de todas las marinas ribereñas con bases navales en este mar, ya que están especialmente diseñados para la guerra antisubmarina y antisuperficie. Irán armados con un lanzador de ocho celdas para el misil Kalibr, el mismo que el de los submarinos Kilo III, además de un cañón de 100 mm. y un sistema antimisil Kashtan. Su cubierta de vuelo acogerá un helicóptero Ka-28 o un Ka-31.
Conclusiones
Sin duda alguna, el presidente Putin pasará a la historia de los anales militares rusos como el único dirigente que, siguiendo las enseñanzas de Sunt-Zu, conquistó la disputada península de Crimea sin sufrir una sola baja en su Ejército. La sutileza de invadirla con tropas rusas sin distintivos, ni divisas, sólo puede ser fruto de una mente privilegiada, formada en largos años de servicio en el Comité de Seguridad del Estado (KGB). El resumen de todo lo anterior es que la Flota del Mar Negro incrementará de manera sustancial su capacidad de operar, no sólo en el Mar Negro, donde no tiene rival, sino también en el próximo Mediterráneo, donde carece de bases propias, por lo que sin duda seguirá contando con el apoyo logístico de la Base Naval de Tartus, en Siria, donde tradicionalmente tenía permanentemente atracado un buque logístico, dejando atrás los tiempos en que, para descansar o reparar, fondeaba en la bahía tunecina de Hamamet.
Rusia no puede correr el albur de quedarse limitada al Mar Negro y fuera del Mediterráneo y de ahí el enorme esfuerzo económico de dotar con 6 avanzados submarinos y 6 modernas fragatas a la Base Naval de Sebastopol, para en un momento dado cruzar en 24 horas los estrechos turcos y desplegarse en el Mare Nostrum con rapidez, si la situación así lo requiere, mientras llegan contingentes navales de refuerzo de la Flota del Báltico o del Norte, si la climatología y los hielos lo permiten, para intervenir en cualquier crisis que se desate en este lago de la OTAN, como lo denominan algunos observadores, para evitar situaciones como las ocurridas durante los episodios bélicos recientes de Libia y Siria.
Autor: Almirante José Mª Treviño
Fotografías:
1-Botadura del submarino ruso NOVOROSSLIK
2-Submarino ruso AIROSA y el ucraniano APORIZHHYA en Sebastopol
3-Escudo de la Marina de la Federación Rusa
4-Buque insignia ucraniano GUETMAN SAGAIDACHNI
5-Buques mayores de la Flota del Mar Negro rusa atracados en punta en Sebastopol
6-Desembarco anfibio ruso en Crimea
7-Submarino AIROSA de la clase Kilo, en aguas de Cartagena
8-Detalle del submarino AIROSA
9-Marineros rusos dando honores a un buque
11-Mapa de la península de Crimea
12-Firma del tratado de unión de la República autónoma de Crimea
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