En el Salón Aeroespacial MAKS 2013, la corporación rusa Taktícheskoe Raketnoe Vooruzhenie (Misiles Tácticos) estrenó un nuevo misil antiaéreo para el sistema Tor-M2, versión radicalmente modernizada de Tor-M1 que está en servicio operacional del Ejército ruso y es suministrado asimismo a China.
El nuevo misil desarrolla una velocidad de hasta mil metros por segundo, tiene un alcance de hasta dieciséis kilómetros y es capaz de abatir objetivos a una altura de diez kilómetros.
Los sistemas Tor-M2, que empezaron a suministrarse a las FFAA rusas en 2012, están dotados de controles de fuego más modernos y pueden seguir simultáneamente cuarenta y ocho objetivos, disparando contra cuatro de ellos.
Entre 1996 y 1999, China recibió treinta y cinco sistemas Tor-M1 y al cabo de poco procedió a copiarlos. Los sistemas fabricados en China empezaron a suministrarse a las tropas solo en 2011-2012. El tiempo invertido por la industria china en copiar un arma rusa nada nueva era aproximadamente igual al que necesitó Rusia para modernizarlo.
Aunque en algunas publicaciones chinas se afirma que HQ-17 es la versión modernizada de Tor-M1, cuesta mucho creerlo. De todas formas, por sus características técnicas es muy inferior a Tor-M2.
El ahorro que obtuvo China al renunciar a la compra de la licencia de producción rusa, también es dudoso. El trabajo de ingenieros y obreros durante varios años tuvo que ser remunerado.
A medida que los armamentos se tornan cada vez más complicados, el esquema chino de copiarlos se hace cada vez menos atractivo. En varias ocasiones, condujo a que tan solo en la década actual, China haya empezado a producir armamento desarrollado en la URSS en los años ochenta del siglo pasado.
La imitación podría ser una de las vías de fomento de la producción de artículos de uso civil, tales como turismos, puesto que por su contenido tecnológico son más sencillos y la información sobre ellos es más accesible. Pero con el material bélico todo es distinto. Además, la imitación no contribuye a la formación profesional de ingenieros, capaces de generar nuevas ideas, reprimiendo más bien su creatividad.
Las imitaciones, no avaladas por licencias, de armamentos soviéticos o rusos, como el J-15 o HQ-17, ocupan demasiado tiempo y conducen a la creación de modelos obsoletos.
La adquisición de licencias supondría un fuerte desembolso, centenares de millones de dólares, lo que, a propósito, está al alcance de la China actual. Pero en este caso el gigante asiático obtendría un resultado rápido en forma de sistemas de armamento aptos para el empleo, pudiendo centrarse en el desarrollo de originales modelos de armamento de nueva generación. Esto contribuiría asimismo a reducir los recelos de los socios extranjeros de China, ampliando el acceso de la industria de defensa china a las modernas tecnologías militares rusas y occidentales.
ach/as/sm
Nota: Las opiniones expresadas por el autor no necesariamente coinciden con los puntos de vista de la redacción de La Voz de Rusia.
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