5 Noviembre 2019, 08:20
Las comercialmente bélicas acciones del siempre polémico presidente Trump nunca han estado circunscritas en exclusiva a China, sino que desde el principio de la contienda ha venido quedando meridianamente claro que había otros objetivos, y Europa también ocupaba un lugar destacado entre ellos.
Desde entonces, han sido varios los ataques contra los intereses europeos que han tenido su origen en la Casa Blanca, y el próximo objetivo de los misiles balísticos estadounidenses lanzados contra la línea de flotación de la economía europea parecen tener en el centro de la diana a otro sector clave para la economía europea: el sector aeronáutico.
Desde la "Guerra del Acero", a las desavenencias y la consternación en el seno de la mismísima OTAN: EEUU nos da la espalda y se aleja de Europa...
Con las primeras refriegas acontecidas en torno a la "Guerra del Acero", en Europa ya tomamos conciencia de que la nueva línea de política internacional, trazada desde el Despacho Oval, no respetaba ni tan siquiera a los más fieles aliados, ni tampoco a los socios comerciales más preferentes. En los primeros intercambios de hostilidades, quedó claro que Europa estaba en el centro del punto de mira, y aquella guerra comercial tan sólo demostró que acababa de empezar.
En este convulso panorama en el Tratado del Atlántico Norte, los europeos hemos llegado a asistir atónitos y consternados a la incongruencia por la que se nos exige que Estados Unidos no debe jugar un papel tan destacado en la defensa de Europa, pero a la vez
amenazar a Europa cuando ésta ha declarado sus legítimas intenciones de empezar a autodefenderse a sí misma, una iniciativa emprendida una vez caladas las erráticas derivas geoestratégicas también en lo militar de su tradicional socio. El verdadero objetivo pues puede ser que Europa se quede indefensa y... peligrosamente expuesta y revuelta, para ganancia de pescadores.
Y pasando por la "Guerra del Diésel"... hasta llegar a la "Guerra Aeronáutica"
Pero obviamente, no iba a quedar ahí la política internacional de la administración Trump con respecto a Europa, dejando claro que muy probablemente sus objetivos tácticos respecto a nosotros van mucho más allá de conseguir algún que otro beneficio en forma de balanza comercial. Ni mucho menos se iba a quedar ahí el asunto. Entonces es cuando empezaron ya otras guerras económicas, que lanzaban auténticos torpedos nucleares dirigidos contra la línea de flotación de las economías europeas.
Pero (de nuevo) no crean que con esta "Guerra del Diésel" van a quedar ahí las cosas. Si bien es cierto que, hasta el momento, este supuesto conflicto comercial encubierto está siendo posiblemente el más dañino para Europa hasta la fecha, al atacar al que es uno de los grandes motores de la industria y la economía europea, la cosa sigue escalando peligrosamente. Hace un par de semanas, ya asistimos a toda una nueva declaración de intenciones por parte de la administración Trump, con nuevas hostilidades contra Europa en forma de
aranceles récord impuestos sobre importaciones europeas por valor de 7.500 millones de dólares.
Como podrán leer en el enlace anterior, estos aranceles son tan sólo una consecuencia de una disputa comercial que estaba abierta en el seno de la OMC entre EEUU y Europa, y que tenía como escenario el sector aeronáutico. Efectivamente,
el segundo frente de esta guerra comercial ha tenido como epicentro a este sector económico, y el objetivo supuestamente sería el mismo que en el de la "Guerra del Diésel": la "Guerra Aeronáutica" muy probablemente pretendería dañar letalmente la economía europea en otro de sus motores (y ya van dos).
Finalmente, en el conflicto comercial que les citaba, la OMC acabó por darle la razón a Estados Unidos. Pero sospechosamente la administración Trump no optó por resarcirse del perjuicio que las ayudas europeas le habían ocasionado con aranceles exclusivamente aplicados sobre el mismo sector aeronáutico en el que se habían dañado sus intereses. Este último extremo habría sido precisamente lo más justo y lógico, al menos de cara a esa Boeing que era la verdadera perjudicada. Pero la demostración de que las continuas hostilidades muy probablemente van en realidad por otros derroteros muy distintos es que EEUU decidió maximizar el impacto de su derecho a nuevos aranceles contagiando el conflicto comercial a nuevos frentes, e imponiendo nuevos aranceles sobre otros tantos sectores, a cambio de ¿minimizar? el daño infligido al sector aeronáutico europeo.
Cuando imponer unos aranceles más bajos, podría permitir maximizar el daño al sector aeronáutico europeo
Bajo el supuesto escenario de que se podría estar tratando de dañar al máximo posible a la economía europea, parece que el rompecabezas encaja cuando se tiene en cuenta la tesis expuesta
en este interesante artículo del diario El Español. En él, su autor afirmaba que imponer unos aranceles bajos al sector aeronáutico europeo, lejos de aligerar el daño ocasionado a la industria aeroespacial del Viejo Continente, lo maximizaba según otras variables. Y así EEUU pasó de amenazar con imponer unos aranceles sobre las compras aeronáuticas a Europa del 100%, a reducirlos drásticamente a un sensiblemente menor 10%. El mecanismo comercial por el que paradójicamente ocurre este extremo es por el marco jurídico-legal y la forma contractual con la que se estructuran los intercambios mercantiles en el sector aeronáutico.
El hecho es que los contratos de compra de aviones se firman a bastantes trimestres vista, a la vez que en el momento de la compra se pacta la entrega de la nueva aeronave, que ocurrirá una vez que ésta esté ensamblada tras la larga espera. Así, los aranceles estadounidenses se han impuesto estratégicamente sobre todas las aeronaves europeas que no estén todavía ensambladas, es decir, todas las ventas ya firmadas pero no entregadas. De esta manera, la complejidad contractual para hacer frente a la nueva situación añade un considerable y asfixiante plus de complicaciones para Airbus. Así, tenemos el agravante de que el coste de una sola aeronave es bastante relevante para cualquier aerolínea, puesto que son activos que incluyen tecnología punta, se rentabilizan sólo a largo plazo, y tienen un alto coste de adquisición: ese 10% es un incremento de costes muy relevante para las aerolíneas compradoras estadounidenses, pero cuya presión a la vez se estaría transmitiendo directamente a Airbus.
Y es que, como argumentaba El Español, un arancel del 100% simplemente privaría a las compañías estadounidenses de los últimos modelos del fabricante europeo y su puntera eficiencia, porque estas aerolíneas directamente se agarrarían al hecho de que no pueden comprar una aeronave por el doble de su precio pre-arancel. A juicio de El Español, a corto y medio plazo, este extremo no supondría mayores problemas para el gigante aeronáutico europeo, ante cuya puerta los pedidos realmente hacen cola, e incluso muchos otros clientes se alegrarían de ver sus entregas adelantadas al cancelarse las estadounidenses. Pero un arancel del 10% hace que muy probablemente las aerolíneas estadounidenses vayan a querer negociar en masa y muy duramente que Airbus se haga cargo de buena parte del sobrecoste, un extremo que podría incluso llegar a exponerse como una obligación contractual para Airbus en determinados casos, con un sector en el que la opacidad contractual es casi la regla.
Pero la jugada es doble, pues al mismo tiempo que paradójicamente con unos bajos aranceles se estaría ya dañando severamente al sector aeronáutico europeo, a la vez se permite reservarse el resarcimiento de la resolución de la OMC para poder imponer más aranceles, y así tener dentro de alcance dañar otros tantos sectores productivos europeos. Si el objetivo es verdaderamente gripar todos los motores económicos de la aeronave europea, parece que éste sería el elemento corrosivo idóneo para ir infiltrando en todos sus tanques de combustible. Y a
España le ha tocado una parte importante del nuevo daño comercial, con un impacto considerable en diversos sub-sectores agroalimentarios, entre ellos los sectores nacionales clave del vino y el aceite de oliva.
Y la jugada no sería maestra precisamente por la imprevisibilidad de las intenciones que podría haber supuestamente tras estas acciones. La jugada sería maestra porque en Bruselas andan bastante desorientados, y no acaban de ser conscientes de hasta qué punto Europa está en un peligro de muerte muy real, y de que no podemos resignarnos sumisamente a "verlas venir". En esta guerra asimétrica, es insostenible seguir limitándonos durante más tiempo a tratar de guarecernos bajo la lluvia de golpes, esquivando como podemos uno sí y otro no. Debemos tomar definitivamente consciencia de que, para otras superpotencias, Europa les sobra.