Un barco de la armada china evacua a los ciudadanos chinos de la ciudad yemení de Adén rumbo a Yibuti, el 31 de marzo de 2015. (Reuters)
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A finales de noviembre, China anunció
la futura construcción de una base naval en Yibuti, en África oriental, la primera fuera de las fronteras del país asiático. A pesar de que desde Pekín aseguran que la medida tiene fines meramente logísticos y de mantenimiento de la seguridad en la zona, lo cierto es que la construcción de este complejo rompe con décadas de política de no intervención en otros países, algo que, según los expertos, podría ser un paso más en el camino de China hacia su
conversión en una potencia marítima a nivel global.
“Es cierto que esto supone una ruptura con la política de no intervención que China ha venido practicando en las últimas décadas, pero ahora mismo nuestro país tiene
intereses crecientes en África y hay cada vez más nacionales y empresas de nuestro país allí. Yibuti supondrá un lugar de reabastecimiento para nuestros barcos y un lugar desde donde coordinar la seguridad en el área, pero en ningún caso será algo parecido a lo que hacen Estados Unidos o Francia en ese continente”, asegura a El Confidencial un alto mando del Ejército Popular de Liberación de China.
Tradicionalmente, la presencia militar de China en el continente africano, además de su participación en las misiones de paz de la ONU, ha llegado en forma de suministros de armamento y entrenamiento de las fuerzas africanas en las guerras de independencia contra los poderes coloniales. Durante el mandato de Mao Zedong, en la década de los sesenta, China se puso del lado de las milicias locales en países como Angola, Mozambique, Zimbabue o Argelia. El apoyo de China a África en los años posteriores al desastroso 'gran salto adelante' del país asiático tuvo un fuerte componente ideológico. Sin embargo, en la actualidad, las motivaciones de Pekín parecen
apuntar en otra dirección.
“No hay duda de que ahora el principal motivo es económico. Aunque es cierto que pueden existir otros factores que apoyen la presencia china en la región, caso del objetivo mencionado en el último libro blanco de Defensa, que apuntaba a la transformación de la capacidad naval de China hasta convertir al país en una potencia global a nivel marítimo”, comenta a este diario Zen Hou, experto en relaciones internacionales y temas castrenses de la Universidad de Pekín.
De los dos motivos expuestos por Zen, desde el Ejecutivo chino apuntan al primero, el económico, como la razón detrás de este cambio de estrategia. En los últimos años, China ha realizado inversiones multimillonarias en Yibuti, entre las que destacan la ampliación y modernización de su puerto o la línea de ferrocarril que conecta la capital de Etiopía, Adís Abeba, con la capital yibutiana. Proyectos ambos que parecen mirar mucho más allá de la pequeña nación africana, cuya población no llega al millón de habitantes.
Un contingente del ejército chino posa con Ellen Johnson Sirleaf, presidenta de Liberia, donde se habían desplegado para ayudar en la lucha contra el ébola en mayo de 2015. (Reuters)
"No es una segunda colonización"
La posición privilegiada del país permitirá a China proteger las importaciones de crudo que viajan desde Oriente Medio hacia el este de Asia por el Océano Índico. Además, esta salida al mar, unida a la red de infraestructuras que China está empezando a desarrollar en varias naciones de África, supondrá una excelente vía de comunicación para mantener la llegada de empresas y trabajadores chinos al continente y la salida de recursos desde el mismo.
“Mucha gente ve en esto una segunda colonización. Sin embargo, lo que China está haciendo en África no tiene nada que ver con lo que ocurrió con Europa en el siglo XIX y con el reparto de la Conferencia de Berlín. Por supuesto que se busca un beneficio, pero eso no significa hacerlo pasando por encima de los africanos. Ellos necesitan una tecnología que China puede ofrecer y lo que se está llevando a cabo allí son solo negocios”, apunta Zen.
Durante
la última Conferencia sobre Cooperación China-África, celebrada a principios de mes en Johannesburgo, el país asiático anunció una inversión de 5.500 millones de euros en tres años para el continente africano, la cual no solo persigue el desarrollo de proyectos de cooperación y construcción de infraestructuras sino también, como asegura Zen, “vincular el desarrollo de la economía africana a la seguridad de las inversiones chinas para, de esta manera, hacer que cualquier amenaza contra los intereses chinos allí suponga también un riesgo para las economías de las naciones”.
China necesita los recursos y la energía que África puede suministrar para mantener su ritmo de desarrollo, y buena muestra de ello han sido las actuaciones que, en momentos de conflicto, Pekín ha llevado a cabo. En 2011, en pleno estallido de la guerra civil en Libia, por ejemplo,
China evacuó a 36.000 chinos utilizando aviones militares.
“Lo ocurrido en Libia nos hizo ver que hay países que, en determinadas circunstancias, no pueden garantizar la seguridad de las empresas y los trabajadores chinos que allí se encuentran. Es por esto que debemos actuar allí donde las fuerzas de seguridad locales no lleguen, y estar sobre el terreno facilitará mucho esta tarea”, comentan desde el EPL.
Un ingeniero chino supervisa la construcción del ferrocarril Mombasa-Nairobi en octubre de 2015. (Reuters)
Mayor presencia militar en el extranjero
Según la agencia estatal Xinhua, China tiene en la actualidad proyectos en curso en más de 20 naciones africanas. Entre ellos, destacan las explotaciones mineras en Zambia, Zimbabue y Sudáfrica o la construcción de infraestructuras en Ghana, Nigeria y Camerún. Inversiones multimillonarias que, desde el Ejecutivo chino, califican como “claves” para la transformación en el modelo de desarrollo de la economía de la nación asiática.
A pesar de la defensa que desde China se hace de su presencia militar en África amparándose en la protección de sus intereses económicos, muchas voces apuntan a que, en realidad, China está virando su estrategia militar para tener una mayor presencia en el extranjero. Esto, según aseguran, respondería a la necesidad de mostrar músculo ante las continuas tensiones con Japón y
los conflictos territoriales existentes en el Mar Meridional de China, algo que desde el país asiático rechazan.
“Estados Unidos ha estado expandiendo su presencia militar para proteger sus intereses en todo el mundo en los últimos 150 años. Esto es lo que China quiere hacer ahora”, aseguró al diario 'The New York Times' Shen Dingli, profesor de relaciones internacionales en la Universidad Fudan de Shanghái, quien añadió que, si alguien, “el ISIS, los piratas o Estados Unidos, quisiera cortar el paso por el Estrecho de Al-Mandeb, China tendría que ser capaz de reabrirlo”.
Esta es la posición que desde Pekín, por el momento, mantienen, y aunque no se han desvelado datos sobre la capacidad de la instalación, se espera que esta haga sombra a
la base estadounidense de Camp Lemonnier, que se encuentra en expansión, y a las bases que Francia y Japón tienen también en suelo yibutiano, la primera con cerca de 2.000 efectivos y la segunda, enfocada a la lucha internacional contra la piratería, con unos 200.
Yibuti albergará la primera base militar china en el extranjero, y muchos se preguntan si esta política de expansión continuará. Desde el EPL ni lo confirman ni lo desmienten, y dejan la puerta abierta a nuevos asentamientos en el futuro. “China es un país pacífico que busca mantener la paz y la seguridad internacional mientras protege a sus nacionales en el extranjero. El construir o no más bases en otras naciones depende de muchos factores, y estos serán analizados cuando llegue el momento. En todo caso, ya vimos en el pasado cómo no se deben hacer las cosas en África y, si se toma la decisión de seguir adelante, será atendiendo a lo que la Historia nos ha enseñado
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