Agencia AFP
En medio de un ruido ensordecedor, un avión de combate Su-24 despega de la base militar rusa de Hmeimim en Siria antes de desaparecer en el cielo para una misión en este país devastado por la guerra.
Al cabo de unos minutos, otro aparato equipado de bombas alza el vuelo. Le sigue otro, y otro.
"Entre el momento en el que el piloto recibe la información sobre la hora del despegue y el que se destruye el blanco transcurren unos 30 minutos", afirma un portavoz del ministerio de Defensa ruso, Igor Konashenkov, que asiste a estas idas y venidas.
"Si el blanco se encuentra en la provincia de Deir Ezor (este), llegamos en 25 minutos, si está cerca de Idleb (noroeste), nos bastan 10", declaró a la AFP en rueda de prensa en esta base cerca de Latakia (oeste).
En esta base, que alberga "unos mil" hombres, según las autoridades, Rusia instaló el grueso de su aviación y de sus efectivos de la campaña aérea en Siria.
Tres meses después de estos bombardeos, solicitados por el presidente sirio Bashar al Asad, la campaña aérea de Moscú no pierde fuelle.
El miércoles, el ejército ruso afirmó que su aviación realizó 59 salidas y destruyó unos 212 objetivos en 24 horas. Desde el comienzo asegura haber dejado fuera de juego 9.000 blancos: campos de entrenamiento, depósitos de municiones, puestos de mando y refinerías petroleras.
Después de haber perdido uno de sus Su-24, derribado por un F-16 turco en la frontera turco-siria en noviembre, los rusos aumentaron su dispositivo en Hmeimim con radares muy precisos, los S-400, que giran sin parar junto a media docena de lanzadores de misiles.
El presidente ruso, Vladimir Putin, ordenó el envío de este sistema a Siria a los pocos días del incidente con Turquía.
- 'En alerta permanente' -
Según un comandante ruso que pidió conservar el anonimato, este sistema es capaz de seguir 300 blancos y de derribar una treintena al mismo tiempo en un perímetro de un centenar de km.
"Funciona en alerta permanente para garantizar la protección de nuestra aviación en todo el territorio sirio y parte del Mediterráneo", afirmó.
Rusia afirma que su campaña aérea tiene como objetivo aniquilar al grupo yihadista Estado Islámico (EI) y otros "grupos terroristas".
Pero miembros de la coalición internacional antiyihadista liderada por Estados Unidos acusan a Moscú de centrarse en los grupos que combaten a las fuerzas prorrégimen. Y según varias oenegés los ataques rusos causaron víctimas civiles.
En la visita a la base, los responsables rusos insistieron en que los blancos eran selectivos.
"No hay error en nuestros ataques", asegura Konashenkov, mencionando los equipos ultraprecisos de sus aviones.
La llegada de los rusos fue muy bien acogida por los habitantes de la región de Latakia, un bastión del clan Asad que se libró en parte del derramamiento de sangre en esta guerra que causó más de 250.000 muertos en casi cinco años.
"Rusia, Putin... ¡muá!", exclama Mohamed Antar, un residente de Latakia que trabaja como chófer de autobús en la base, lanzando un beso con la mano. "Dios es grande", añade mientras despega un avión.
Según el ejército ruso, la línea de frente más cercana a la base de Hmeimim pasó a estar a 50 km en vez de los 25 de antes.
"Ahora la vida aquí es tranquila, segura", declaró a la AFP Antar. "Es gracias a los rusos".
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