La canciller Merkel junto al presidente Putin en Hanover en abril de 2013 / Getty
SALVADOR MARTÍNEZ (BERLÍN)
A pesar de esta represalia, los países europeos parecen decididos a asumir las negativas consecuencias económicas que entraña el castigo impuesto a Rusia. Dando ejemplo, en este sentido, se encuentra Alemania. Éste es el país más importante de la UE y al que presumiblemente más van a doler las denominadas en las instancias comunitarias como "medidas restrictivas en vista del papel de Rusia en el este de Ucrania".
Susan Stewart (SWP): "Rusia no es un actor tan importante en términos económicos si se dejan de lado las cuestiones energéticas"
De acuerdo con un reciente estudio del banco alemán Deutsche Bank, la economía germana podría contraerse hasta un 0,5% como consecuencia de una recesión generalizada en Rusia, algo que en último término podrían desencadenar las sanciones. El PIB de Alemania, locomotora del crecimiento en Europa, sólo creció un 0,4% en 2013. Perder medio punto porcentual de crecimiento, cuando la economía continental aún acusa los efectos de la crisis, no se lo puede permitir ni un país como Alemania, pese a lo envidiables que resulten sus indicadores macroeconómicos.
De ahí que exista una indudable preocupación al respecto. Ya lo apuntaba un reciente titular del semanario Der Spiegel: “Las sanciones a Rusia golpean duramente a la economía alemana”. “Las sanciones no serán catastróficas para la economía alemana, pero tendrán un cierto efecto”, declara a ZoomNews Susan Stewart, investigadora en el Instituto Alemán para Asuntos Internacionales y de Seguridad (SWP, por sus siglas en alemán). “Habrá un efecto sobre la economía alemana, o al menos sobre determinadas empresas”, añade, antes de aludir al caso concreto de Rheinmetall, la más grande de las compañías alemanas de fabricación de armas.
Esta empresa tenía un acuerdo con Rusia para construir un centro de entrenamiento militar para el Ejército ruso dotado de sofisticados simuladores. Pero “en vista de las sanciones de la UE, se ha cancelado el permiso para exportarlo”, según indicaron hace unos días desde el Ministerio de Economía, que dirige el líder socialdemócrata Sigmar Gabriel, también vicecanciller en el Gobierno que tiene al frente a la conservadora Angela Merkel. Concretamente, lo que no exportará Alemania a Rusia son las últimas partes de ese campo de entrenamiento, que se supone iba a formar militares a partir de este otoño.
Duras sanciones económicas
De acuerdo con las últimas sanciones europeas, además de la exportación de material militar, la UE ha restringido el acceso a los mercados de capitales de la Unión a cinco entidades bancarias rusas (Sberbank, VTB, Gazprombank, Vnesheconombank y Rosseljozbank) y a sus filiales. Finanzas e industria de defensa son las dos áreas relevantes más afectadas por las nuevas medidas europeas. Esta lógica de castigo a Rusia se puso en marcha en marzo, cuando se pararon las negociaciones sobre la eventual eliminación de visados para los ciudadanos rusos que entraran en la UE. En ese momento, también se congelaron activos de una veintena de personalidades rusas y ucranianas implicadas en la declaración de independencia y posterior anexión a Rusia de la península de Crimea.
Alemania ha cancelado recientemente la exportación de las últimas partes de un campo de entrenamiento militar de la empresa germana Rheinmetall
Habida cuenta del enquistamiento del conflicto en el este de Ucrania, donde se enfrenta el Ejército ucraniano a unos separatistas prorrusos de los que se sospecha razonablemente que estén recibiendo apoyo de Moscú, no parece que la imposición de sanciones haya terminado. Para la UE, castigar económicamente sigue siendo una “herramienta para la promoción de la paz, la democracia, el respeto de la ley, los derechos humanos y el derecho internacional”, según términos comunitarios.
En concreto, las últimas sanciones se presentan en Bruselas como una “seria advertencia” de la UE a Rusia después de la anexión de Crimea y la “deliberada desestabilización de un país vecino y soberano” como es Ucrania. Así lo apuntaba el comunicado emitido al respecto del presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy.
Serias también son las estimaciones que se hacen ahora en suelo alemán sobre el número de empleos que podrían perderse en este enfrentamiento económico que mantienen Bruselas y Moscú. La última cifra sobre eventuales pérdidas de puestos de trabajo en Alemania asociadas a las sanciones alcanza las 25.000 personas. Así lo han indicado desde el Comité para las Relaciones Económicas con el Este de Europa de la Industria Alemana.
Al parecer, ésa es una pérdida asumible. Porque “hace unos meses, en pleno debate sobre las sanciones, se hablaba de que iban a hacer mucho más daño, se decía que se iban a perder 350.000 empleos en Alemania”, recuerda Stewart, la investigadora del SWP. Cierto es que si ahora Deutsche Bank habla de una contracción posible del 0,5% del PIB alemán asociada a las sanciones, mucho antes, otras estimaciones apuntaban un frenazo en el crecimiento de hasta un 1%.
Entre las élites alemanas ya abundan quienes aceptan el efecto bumerán asociado al castigo contra el país del presidente Putin
Relativizando el efecto de las sanciones sobre la economía alemana, Stewart sostiene que “en la relación económica de Europa con Rusia, lo importante es el sector energético y éste no se está viendo afectado por las sanciones, pese a que se haya prohibido también la tecnología para explotar petróleo en el Océano Ártico”. E insiste: “Algunas empresas sufrirán, en Alemania y en la UE, pero Rusia no es un actor tan importante en términos económicos si se dejan de lado las cuestiones energéticas”.
Esta opinión traduce también el sentimiento que predomina en las élites económicas germanas, dispuestas a pagar el precio por el conflicto con Moscú. Por eso Ulrich Grillo, presidente de la Federación de Industrias Alemanas, decía recientemente al diario económico teutón Handesblatt: “El comportamiento del Gobierno ruso en Ucrania tiene que tener consecuencias perceptibles”. La idea es que los efectos de esas sanciones se noten sobre todo en Rusia. Pero en las élites europeas, especialmente en las de Alemania, ya abundan quienes aceptan el efecto bumerán asociado al castigo contra el país del presidente Vladimir Putin.
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